Giramos por la veintiocho hacia el cerro
Paso en ese tiempo casi descampado
Única avenida asfaltada delgada
sin vereda para los peatones que
ensuciábamos de polvo los zapatos
-Ajá, dijo Empezaba farfullar mi padre
(lo que quería era ir solos para hablar
así sus rezongones nadie podría oír)
-Hijo, ¿Qué pasa? Por qué te comportas mal?
¿No sabes que me causas desazón a tal
que me defraudas siendo tú mi insignia?
(Y sus ojos pequeñitos a tinte jaspe
Como si estuvieran a punto lagrimear
Translúcido oliváceo se manifestaba
Sin duda era un hombre sentimental)
Tienes todo para ser hombre de bien
Si quieres puedes ser un buen abogado
-Mucho honraba la carrera diplomática-
Estudia para que seas… no como yo
Mientras nos acercábamos al morro
Por las fotos parecía el morro de Arica
O salido de mi sueño fantasmagórico:
La morra de un dinosaurio asentado a
un arroyo que había al borde del cerro
y sus patas se abrían a los costados
-por donde sus moradores la escalaban-
y su cola se levantaba arriba y atrás
(cerros predominantes El Agustino
Siete de octubre y Catalina huanca)
Aunque mi casa se sitiaba en la falda
Declive del cogote de mi cerro Dino
Había explorado la cresta del morro
Donde mis ojos primera vez estallaron
Lo inconmensurable que me rodeaba
Donde el paisaje verde y el cañaveral
-verde primario aditivo- predominaba
a algunas macilentas urbanizaciones
Salamanca Monterrico Yerbateros
desbordados por la verde floresta
No existía San Borja San Luis Nuevo Surco
Se podía ver desde mi posición elegida
Los primeros tramos de la carretera central
flanqueado de sicomoros molles abedules
hasta donde el horizonte alcanzaba ver
-no existía tampoco Santa Anita-
Luengo libro abierto de páginas verdes
-cuyo eje único iba al centro del país-
Ver el mar en días claros a lontananza:
Chorrillos y sus cerros circundantes
Y por el centro
los rascacielos de Lima;
La pirámide San Cristóbal e inmensa su cruz
En su seno el río, y el Presbítero
Maestro
con su almohadón blanco de fácil distinguir
Por supuesto veía lo más cerca al cerro:
La techumbre pardusca de La parada
donde papá de frutas se abastecía
para vender en otro mercado de Lima;
Una regla, la avenida veintiocho de julio
Rodeado de quintas de fábrica nueva
Cerraba esta vía el Hospital del Niño
donde me habían llevado papá y mamá
(Hijo,
¿Qué te pasa? Creo que no me escuchas
Te decía sería mejor que tú cambiaras…)
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