Como dos perros sentados en canoa
Mirando el inefable río así íbamos
Esperando el timbrar del timbre
Subir al palomar y ver la vecindad
Conversar con la abuela nonagenaria
Viejita dulce con su
enorme papada
Sin duda no sabíamos
qué era una clase
No nos enfrascamos prestar atención
A pesar que la sor oír nos imploraba
No le hacíamos caso ni Rosado ni yo
Saltar correr subir nuestra aprensión, ver
cómo volaba la birlocha desde el palomar
-¿Quieres que haga tocar el timbre?, dijo
-¡Qué va! ¿Vas a ir a tocarlo a la dirección?
-No, voy hacer que toque en este instante
- A ver, reté ha
Rosado y quedé interesado
En un tris sin mi consentir una hebra de pelo
sacó de mi cabeza y presto
anudó y sopló
Y lo sopló en
dirección de la jefatura
y el timbre sonó y a la par nos alegró
***
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