Hay algo que no
cambia, oía de nuevo
La estridencia atiplada del heladero
Preguntaba ¿Sería el
mismo que daba vuelta
Con su triciclo
amarillo y su bullanga
Que me hacía
inconscientemente tentar
Meter mano a mis
bolsillos y no hallar
Nada parecido a un
triscar de monedas?
Solo mis bolas, la
huaraca, el ron ron
Avioncitos de papel,
barquitos arrugados
y no tener a quién pedir
una propina
-Mis padres solían
llegar muy tarde
Solo me quedaba
seguir observando-
Con las manos
cruzadas tras la nuca
la explanada de
tierra al pie del cerro
Veía uno que otro
muchacho bajaba
Por la ensenada,
sucedánea de casas
a comprar un
barquillo de helados:
copos de chocolate
fresa lúcuma
o el tradicional
sándwich mixto
Y yo descifrando si tal
era mi amigo
Correr y decirle me
invitara un copo
Con la mano de visera
en la frente…
¡Desilusión! no era y
caía de nuevo
sufriendo como una brasa
sin llama
-Y mis primitas
saltando la cuerda
en el patio interior
de su fresca casa -
El colorinche
rebobinaba mi caletre:
dar mis primeros
conceptos de vida
Era tal vez producto
de la insolación
y ante esa extrañeza determinaría
¡Sí!, tendría que bajarme de mi tendal
Mi cabeza quemaba haciendo ñoqui
De los tantos perros que he tenido
mi recuerdo está en uno sólo,
Coki:
En el portal del cielo nuestros animales
nos esperan a que entremos con ellos
No hay comentarios:
Publicar un comentario