PARTE DOS
Mi padre sin duda no era alfil de un rey
Vendía fruta en calles urbanas de Lince
No podía sacarme a diario de la escuela
Ni mamá ¡Ambos tenían que trabajar!
Ni encargarían a otro por tal comisión
Entonces pronto reparó en dos cófrades
Que hacían el mismo tránsito en volver
Cuenta se dio por el uniforme albo azul
Diferente al común de los estudiantes
(Tipo comando color beige boina y galón)
El nuestro llevaba
los colores vicentinos
Pantalón azul chaqueta blanca a broche
-y no botones, éramos muy juguetones
Los botones fáciles desgarraban del ojal -
Y al cuello, una
corbata michí color azul
y como resguardo el guardapolvo blanco
Eran de mi barrio, los hermanos Aparicio
Uno en Transición como yo, el otro, Primero
Su casa estaba al pie del cerro dinosaurio
Frente a la pampa donde solíamos pelotear
Tapiados por el colegio amarillo que daba
frente a la luenga avenida Riva Agüero
Era su madre, doña Cardina, La inyectable
¿Quién era su mamá? ¡Cómo no iba saber!
Mi madre me había llevado allí unas veces
para que la horrible jeringa me aplicaran
Era alta, delgada, mirada entristecida
Tal vez por gobernar la casa sin marido
Con una hija que se llamaba Marina
que era del barrio harta habladuría
Loca Marina como
la llamaban, solía
Escaparse en la noche por la ventana
(era su cuarto pegado a la vereda)
Y presurosa, las tres cuadras, corría
lo que le separaba de
la avenida
donde un auto gris la esperaba, y la
noche enlazaba ¡sabe
dios dónde!,
En Barranco –decían- bien la pasaba
Loca Marina era devuelta
raída usada
Un par de líneas antes del amanecer
En cuerpo espléndido izaba dulce carga
Sus dos piernas macizas apuntalaban
-¡Metro ochenta de estatura azucarada!-,
Labios rosa, carnosos, mirada traviesa
Rara avis diferenciaba
a las vecinas
Parecía una venus dorada del Olimpo
Pronto avisaron a la madre las corridas
Decidió por ello un albañil
contratar
y poner coto a esas fugas reiteradas
y quedó la avecilla confinado a prisión
La loca Marina, pienso, odiaba
el barrio
No les oí a sus
hermanos pero yo sabía
Su ventana enladrillada un día la halló,
De lucerna a una manga de luz apenas
La loca Marina optó un día
cualquiera
despedirse del barrio de su
juventud
El brío de navaja noctambula eligió y
no volvió más, al franquear la puerta.
***
No hay comentarios:
Publicar un comentario