(En efecto de niño yo era muy delgado
-Perejil con un solo gajo acorazonado-)
¿Cómo haría si papá me recogería?, pensaba
¿Fungiría de árbitro entre los dos, dudaba?
Como ya estaba acordada la pelea
Nos pusimos a ver la virgen de yeso
A tamaño natural bella impertérrita
Con los brazos tendidos algo abiertos
De toca blanca sencilla y capa celeste
Estaba parada sobre una piedra ónix
Como si nos viera y nos dijera a los dos:
¡Niños pórtense bien que yo escucho!
En delante jarrones arabescos en flores
Rodeándola en semicírculo un arroyo
Gravas blancas azules veía en su lecho
Peces mosquito en el agua cristalina
Curioseaba saber dónde el agua nacía
No lo acertábamos ni yo ni Rosado
En vez de rezar nos enfrascamos jugar
Coloridos pececillos yo trataba coger
Rosado levantó del derrubio de piedras
unos chanchitos de tierra grisáceos
Puso en mi mano unos onoscidios…
¡Se te parecen mucho estos marranitos!
aludí, y otra vez contrarió su cara
Pero como teníamos pactado la pelea
Pensó que todo entredicho iba de más
En todo caso lo arreglaríamos a la salida
De pronto sus ojos centellaron al ver
Unos iridiscentes escarabajos caídos
Seguramente del árbol tras la gruta
Cogió un par y el metálico me lo dio
Estábamos viendo sus élitros mover
cuando César -el par que me defendió-
nos llamó para que ingresáramos y
Tímidamente auscultamos por el vano:
Todas las cabezas curiosas nos miraban
y la sor con una severidad manifiesta
nos invitaba a sentarnos y la clase oír
Pero, más bien, nos pusimos a jugar
los coleópteros que trajimos aguardaban
Lo hacíamos corretear entre ellos
dándole leves golpecitos en las placas
con las motas de nuestros lápices
Entonces uno de los compañeros
que se apellidaba Anomías dijo:
-¡Regálamelo! -¡Estás loco!, dijo Rosado
-¡Préstamelo!, me dijo -No, le respondí
-Te cambio por mi caja de color, propuso
Rosado se quedó pensando un minuto
Trato hecho, dijo, presto intercambiaron
Como sabía de donde sacar más, feliz
Rosado me susurró al oído ¡Qué bien!
Más tarde sacamos más y truqueamos
Mientras Anomías asustaba a Otro
con el bicho boludo rojo y metálico
Pero Otro le tincó y lo envió al suelo
y al punto, inmisericorde, lo aplastó
Y Anomías repentino se puso a llorar
Cuando sor Antonieta nos apagó la luz
con su delgada contextura y en jarras
pechero blanco engarzada a su collarín
y su hábito azul grueso nos encapotaba
me preguntó
¿Y ahora aquí qué pasó?
(Antes, Rosado puso a mi lado los colores)
Cuando Anomias reclamaba sus lápices
la sor al verlo en mi sitio me llevó delante,
a orejas, en un rincón me puso un cucurucho
Di la vuelta y se reían todos los niños
sobre todo Rosado que burla me hacía
Reclamé: ¡Sor, Yo no le quité los colores!
-cansado la indómita de mi compañero-
¿Quién
te quitó los colores? preguntó
a Anomías y éste insensible: ¡Fue Rosado!
Así éste ocupó el otro extremo de la pizarra
-En vez de ser yo eximido me cuidó la pena
Sopesando que algo tenía que ver en ello
Aun así satisfecho el suplicio compartir-
Mientras la sor hacia su clase, nosotros
Renovamos amenazas gesticulando
Los niños atendían más nuestra ojeriza
Que la clase de la sor -ya desencantada-
Y que no sabía que hacer con nosotros
¡Ring! sonó el timbre de la primera salida
Salieron todos y nosotros nos quedamos
-Pena penita pena sería para mi padre-
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