Cuál sería su impresión esperándome
A las doce y diez en el portón de madera
Viendo que salían todos y no su hijo mayor
Luego al preguntar por mí se enteraría
Que la profesora le urgía con él hablar
Mi padre de efusivo se emplazó afligido
Primer día de clase y ya estaba penado
Todo hubiese pensado menos ello de mí
Reprimenda de una hora la sor nos dio
A mi padre y a la madre de niño Rosado
Nos habló sobre la positiva paternidad
Cómo sumar autoridad sin autoritarismo
La necesidad de poner límites a los hijos
No solo engendrarlos sino ser responsables
Papá tan efusivo por llevarme a fotografiar
Ora con poco brillo casi se ponía a llorar
Me había traído un empaque de helado
Y entre sus manos se le había derretido
A mí la sor me obligó rezar al acostarme
A Dios
con el corazón encomendarme
No hacer nada indigno que El no apruebe
A los mayores con sumisión dirigirme
El asiento del carro, y la acera, cederle
-Y un libro catequesis se dignó regalarme-
Siendo niños, dijo, fraternizar con alegría
Ser siempre al compañero condescendiente
Y no valernos de trampas engaños en su contra
-esto parece que aludía nuestra travesura-
En fin, en el colegio atención y aplicación
En todo, a Dios con el pecado no ofender
Que un alumno de San Vicente de Paúl
Debe ser buen ejemplo para la vecindad
Salimos deprimidos por la puerta grande
Papá con su bigote tipo lápiz muy fino
Enhiesto más de lo acostumbrado,
Ojos chicos, ora más empequeñecido
Caminábamos como par de zombis
Por la vereda atestada de comerciantes
Intuía que algo pensaba decirme,
sino es ahora lo haría después en casa
El portón de la calle de nuestra escuela
Situado en el vértice en un ángulo recto
Cuyos lados iban colmados de puestos
Ruma de fierros viejos ropa usada trastos
-Ángulo, cuyos brazos daban a una avenida*
pero cuando llegamos era más de lo mismo-
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*Av. Aviación
Un pandemonio de callecitas estrechas
Variedad sorprendente de baratijas
Somier ollas repisas puertas enrollables
Palas combas roperos motores de carro
Sitiaban –años- las tres primeras cuadras
Parecía salvando distancias a un zoco
Persa, de MarraKech, El Cairo o Estambul
-allá de vivos colores desteñidos aquí-
También mil oficios se desempeñaban
Desde peluquero zapatero remendón
Curtidor, recopilador de libros viejos
Adivinadores, reparador de artefactos
Reencauchadores, preparador de pócimas,
Sobador de huesos, pintor de paneles
Hasta el oficio más antiguo del mundo
y todo con el follón de la gente cobriza
Llegamos al punto de ingreso al emporio
Cruce de Aviación y Veintiocho de julio,
Habían buses y paraderos de autos allí
Aparecían establecimientos formales
Bonitas tiendas mesones acogedores
yo solo conocía de niño hasta allí
Una pequeña explanada, y varios tipos
-Fotógrafos errantes con daguerrotipo-
Tipos que se sostenían en una trípode
Metían la cabeza en una manga negra
Con una mano tiempo de pose exigían
Y con la otra libraba la tapa del lente
Y la exponía a la luz largos segundos
-poca sensibilidad allá tenía la placa-
Volvía a taparla y segundos a esperar
No había negativos era solo una pieza
De tramoya la
carcasa de un bote real
De anejo un panel con frontis el faro:
La plaza Grau y la dársena del Callao; o un
Viejo avión repintado –en el fondo, de
dibujo:
El frente de la Escuela Militar de Chorrillos-
Con varios aviones decolando a los cielos
-Donde un soleado día, la mujer de mi tío
Me sacó a pasear y me invitó tomar la foto
Foto que conservo de ella hasta hoy día:
Hete sobre mi cabeza las gafas de aviador
Desmiente algo las cosas malas de ella
por las que mi tío la dejó y se buscó otra-
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