Sabía era una visión, no podía ser cierto
Vivo dos años desterrados lejos de mi casa
Alguien más, sin embargo, había en mi cama.
Era noche de telones hinchando la cortina
No me ayudaban verla.
Sentía su calor, su gemido, de
ella, mi mujer;
Cuando dormía en noches, así, sobresaltaba
Sus uñas bajas raspaban mis tobillos,
su vientre frío
Se acunaba a mi piel en busca de calor solidario.
Dentro de su cuerpo frágil que parece niña.
Tiene construido un exterior muy duro
Anidado quedó a la mácula de mi
retina
Como plantilla a resina de mis anteojos.
Previo a esta aparición la había soñado
La llevaba, fácil, su frágil cuerpo en bicicleta,
A un canal de regadío extenso donde
llegamos.
Paralela acompañaba una avenida de sicomoros
Buscaba un pase para sortearla al otro lado
Y por una tabla en forma de puente pudimos pasarla
Una casa de sillar blanco, dos plantas y tejado rojo,
Vimos tras la rambla y, ahí, nos
alojamos.
Quise levantarme, abrir la cortina para verla mejor,
Sus labios densos, sus cejas bien enmarcadas
El globo de sus ojos bellamente cerrados;
Pero no podía, una fuerza me impedía levantarme
¿Pesadilla? Por fin estiré el brazo, encendí el velador
La vi entonces un segundo, efectivamente, era mi mujer
Y en un parpadeo, para mi pena, se desvaneció toda ella.
¡Ay, mi mujer!
¿Que le estará pasando? Me pregunto y yo lejos de ella.
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