jueves, 11 de diciembre de 2014

Se busca muerto al juez


Giovanni  Falcone , el juez italiano célebre por su lucha contra la Cosa Nostra, fue asesinado con su mujer y tres guardaespaldas en una explosión de media tonelada de dinamita que sacudió la carretera a Palermo.
Paolo Borselino, otro juez antimafia, acababa de almorzar en un restaurante con su familia cuando estalló a su lado un Fiat 126.
Rocco Chinnici, jefe de ambos, también murió por la explosión de un coche bomba.
Rodrigo Lara Bonilla, ministro de justica de Colombia, uno de los mayores enemigos del cártel de Medellín, fue baleado en su coche por un sicario en motocicleta.
A Tulio Manuel Castro, un juez colombiano que llamó a juicio a Pablo Escobar por un asesinato, lo acribillaron cuando tomaba un taxi para ir al entierro de un tío.
Robert Smith Vance murió al abrir un paquete bomba enviado por un hombre al que había condenado.
Al magistrado español José María Lidón un miembro de ETA lo mató frente a su mujer y su hijo.
La  hondureña Mireya Mendoza  estrelló su coche contra un semáforo cuando los criminales que investigaba les dispararon por la ventanilla.
A Alexander Martins, un juez brasileño que investigaba a un grupo de asesinos  a sueldo, lo mataron al llegar al gimnasio el día que dio libre a su guardaespaldas.
A Patricia Acioli , una jueza de Rio de Janeiro que investigaba los nexos entre la policía y el crimen organizado, le dispararon más de veinte veces mientras intentaba abrir la puerta de su garaje.

La Asociación de Magistrados  de Brasil dice que al menos cuatrocientos jueces están  o se sienten amenazados. Todos pertenecen a la rara estirpe de magistrados  que están dispuestos  a arriesgar la vida para hacer valer la ley.
(Alejandra Sánchez Inzunza/etiqueta negra/nº 114)


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