viernes, 19 de diciembre de 2014

Hubiese querido tener una amiga


Hubiese querido tener una  amiga, cada año nos viéramos  solo una vez Pero que aquél lo pasáramos buena parte del día.  Conversáramos: cómo nos trató  el año, reseñar nuestra actuaciones de nuestras respectivas familias,  sobre todo la mía que está de cabeza y necesito a quien confesar.
Rielar por  la playa,  tirar piedrecitas al mar como cuando éramos niños, ascender una loma en un carro  y tomar el crepúsculo, ahí, mirando la hoyada de la bahía, tomados la mano como amigos (no como amantes) .
Declamar algún  poema compuesto para la ocasión, mía o suya. Reseñar  libros leídos en el año. Conversar y conversar hasta que se exprima del alma orugas y lombrices.
Hubiese querido tener una  amiga, cada año nos viéramos  solo una vez, nada de sexo, nada de cambiar nuestro sino que hecho está, sola dar cabida abierta a la palabra a un amigo a quien se puede confesar lo que al otro, no. A lo sumo compartir un almuerzo o un café.
Hubiese querido tener una  amiga, cada año nos viéramos solo una vez, y así hubiese pasado los eslabones de los años hasta ser verdaderamente viejos; y  para  evitar la suspicacia  de los nietos ¿A dónde va la abuela toda la tarde? nos inscribiéramos, juntos, a  un programa de adulto mayor que existe en cualquier municipalidad.
Hubiese querido tener una  amiga, cada año nos viéramos tan solo una  vez, y sin que sepan nuestro secreto nadie compraríamos  dos sepulturas vecinas en el mismo camposanto para seguir conversando después.
Aunque, creo, ya no seríamos  simplemente amigos.

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