Desde la calle
hasta mi corazón
hay cincuenta peldaños de
pobreza.
Subidlos.
A la izquierda.
Si encontráis a mi madre en
el camino
cociendo su ternura a mi
tristeza,
preguntadle
por el amado cuarto del
poeta.
Si encontráis a Evelina
contemplando morir la
primavera,
preguntadle
por mi alma
y también por el cuarto del
poeta.
Y si encontráis llorando a la
alegría
océanos y océanos de arena,
preguntadle
por todos
y llegareis al cuarto del
poeta:
Una silla, una lámpara,
un tintero de sangre, otro de
ausencia,
las arañas tejiendo sordos
ruidos
empolvados de lágrimas
ajenas,
y un papel donde el tiempo
reclina tenazmente la cabeza.
Venid a ver el cuarto del
poeta.
Salid a ver el cuarto del
poeta.
Desde mi corazón
hasta los otros
hay cincuenta peldaños de
paciencia.
¡Voladlos, compañeros!
(Si no me halláis
entonces
preguntadme
donde estoy encendiendo las
hogueras).
César Calvo
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