<…Al cabo de
poco tiempo, gran agitación a bordo. Los marineros están a punto de pescar una gran tortuga marina, como
las que se encuentran en el sur de Córcega.
Dumas esta excitado (Alejandro Dumas, el gran escritor del Conde de Montecristo y otros)
Habrá mucho trabajo. Primero habrá que darle la vuelta
sobre el dorso, la ingenua estirará el cuello y aprovecharemos su
imprudencia para cortarle la cabeza,
chac; luego la colgaremos por la cola, dejándola sangrar doce horas. Después la
volvemos a volcar sobre el dorso, introducimos un acero robusto entre las
escamas del vientre y las del dorso, prestando mucha atención a no perforar la
hiel, si no, se vuelve incomible, se le extraen las tripas y se conserva
únicamente el hígado, la papilla transparente que contiene no sirve para nada,
pero tiene dos lóbulos de carne que parecen dos redondos de ternera por su
blancura y sabor. Por ultimo, separamos las membranas, el cuello y las aletas,
cortamos unos trozos de carne del tamaño de una nuez, los dejamos purgar, los
ponemos en un buen caldo con pimienta, clavo, zanahorias, tomillo y laurel, y
lo dejamos cocer todo durante tres o cuatro horas a fuego lento. Mientras tanto,
se preparan unas tiras de pollo aliñadas con perejil, cebollino y anchoa, se ponen a
cocer en el caldo hirviendo, a
continuación se cuelan y se les echa encima la sopa de tortuga, que bañaremos
con tres o cuatro copitas de Madeira seco. Si no hubiera Madeira, podríamos
añadir Marsala con una copita de aguardiente o de ron. Pero sería un pis aller. Saborearemos
nuestra sopa mañana por la noche…>;
De el libro Cementerio de Praga De Humberto Eco
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