jueves, 24 de julio de 2014

Mejor me hubiese quedado en París

 Dos años antes de su muerte, baleado en Madre de Dios el poeta Javier Heraud  le envió a Mario Vargas Llosa una carta que le expresaba su pesar haber vuelto al país.

Miraflores, 1 de noviembre  de 1961.
Querido Mario (Vargas Llosa):

Desde que llegué (de París), hace tres semanas, he intentado escribirte. No he podido hacerlo. (Tu hermano, a quien llamaban  el poeta, te pide disculpas.) Me sentía mal, muy mal, pero ya estoy mejor (Te mando la primera que te escribo apenas llegado: por ella podrás ver cómo estaba).
Me doy cuenta de que quiero contarte muchas cosa, hablarte, casi gritarte. No puedo, no sé qué  me pasa. Tal vez más adelante pueda explicarme. Aquí todo sigue igual, tal vez peor. Libros peruanos que se publican; por ahora te mando Oh, Hada Cibernética, de Belli y Los Inocentes, un libro de cuentos de Reynoso, en mi opinión, muy bueno. Además, estoy seguro, te interesará. En el aeropuerto, vandálicamente, me quitó la policía todos mis discos y mis libros de Moscú. Me acaban de expulsar de la Universidad Católica. Me han rebajado tres horas de clases en el colegio. En el partido me censuraron por un carta que le mandé a un amigo y que Carnero Checa publicó cambiándola un poco,  que al final dice: Me declaro marxista –leninista. (Yo no dije esto, pero no he querido rectificar porque todo se rectifica en el Perú) como ves, estoy jodido. Si no me tiro un balazo es porque pienso que el quid de todo no radica en lo que  me han hecho sino en lo que yo he hecho: dejar Europa  sin escuchar tus consejos y venirme aquí a pudrirme y mediocrizarme.
Mis amigos no me pueden consolar. Están peor que yo. Con Abelardo (Oquendo) me doy cuenta de que algo no marcha  bien por ahora. Beltrán o el APRA de seguro ganaran las elecciones y lo único que queda es huir para siempre o:
 Abrirnos un hueco hondo, hondo/donde  guarecernos,/ porque arriba todo tiene  dueño.

Abrázate emocionado

Javier Heraud, 1961

Pos data: A Julia (Urquiza, primera mujer de MVLL) y a Wanda y Patricia (que luego ésta sería su segunda esposa), grandes cariños. No me puedo olvidar de lo vivido en París.

  

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