Las tarjetas de invitación, las famosas parrilladas o polladas pro fondos alguna desventura (cierto, o no, pero se hacía costumbre en los barrios mas pobres) Pedir a otros colaboracion para que le compre tarjetas y con el dinero comprar ,aderezar y freir pollos y armar una reunion bailable un sábado o domingo, donde ,además, de refilón, se surtia cerveza que tambien dejaba otros beneficios al organizador de la pollada
Para la venta de tarjetas, mandaban, previamente de carnada a la buenamoza sobrina , a la hija soltera y les exhortaba que tenían que ser salamera para que le acepten comprar las tarjetas Asi, estas aprendían, indirectamente, sufragarse sus propias necesidades futuras desparramando sonrisas para vender una tarjeta de invitacion, muchas veces, fradulenta:
-¡Mariela! Fui a recoger mi pollada y no habia nada en tal dirección..
-Ay, no sé qué pasó! Yo le ayudaba vender las tarjetas a mi amiga...
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