Estaba sentado Danfer leyendo un libro en su sillón cuando llevó, inconsciente, la yema de su dedo índice
al granito purulento de su entrecejo que le excoriaba.
Dejó el libro sobre la mesa Se levantó y fue al espejo, a tres pasos de donde estaba, sin bajar la mano, presionando la espinilla para ubicarlo pronto en el cristal.
Lo que vio primero fue el granito pero luego horrorizoce ver que no era su cara.
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