Ante la noticia desgraciada o la que trae cizaña, o ambas, no se puede evitar que lleguen.
Una forma que diluya su contundencia es darle un tiempo mínimo de sufrir. Recibir el golpe es cosa de la vida, ello nos pone a prueba.
Luego , acicalarse, tomar una ducha, peinarse, frotarse con una colonia , mudarse una camisa nueva .
Esta actitud, de por si, es suficiente para eludir la ralea pero sí aun persiste hacer una labor domestica , manual, que te exija concentración o, si no, salir a la calle juntar talones, empinarse, mirar al cielo, rogar a Dios que pase la tempestad;
Y al reanudar el camino mirar al frente si decaer la mirada.
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