martes, 26 de noviembre de 2013

Verla una vez al año

Hubiese querido tener una  amiga que cada año nos viéramos tan solo una vez. Pero aquel día lo pasáramos buena parte del día.    Conversáramos: cómo nos trató  el año, reseñar nuestra actuaciones en nuestras respectivas familias,  sobre todo la mía que está de cabeza.
 Rielar por  la playa,  tirar piedrita al mar, ascender una loma en un carro  y tomar el crepúsculo, ahí, mirando la hoyada de la bahía, tomados de la mano.
 Declamar algún   poema compuesto a la ocasión, mía o suya o de ambos. Reseñar  libros leídos  en el año. Conversar y conversar hasta que se exprima el día y el alma.
Hubiese querido tener una  amiga que cada año nos viéramos tan solo una vez, nada de sexo, nada de cambiar nuestro sino que hecho está, sola dar cabida abierta a la palabra. A lo sumo compartir un almuerzo o un café .
Hubiese querido tener una  amiga que cada año nos viéramos tan solo una vez, y así pasara  los eslabones de los años hasta viejos; y  para  evitar la suspicacia  de los nietos ¿a dónde va la abuela toda la tarde? nos inscribiéramos, juntos, a  un programa de adulto mayor.
Hubiese querido tener una  amiga que cada año nos viéramos tan solo una  vez, y sin que sepan nuestro secreto nuestras familias compraríamos  dos sepulturas vecinas en el mismo camposanto para seguir conversando después de muertos.

Aunque, creo,  ya no seríamos  simplemente amigos.

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