"Me costaba entenderlo antes. Incluso de adulto. Hasta que leí
algo muy interesante sobre que todo lo
visible es solo el resplandor de algo invisible muchísimo más grande. Ese es el
fundamento de Dios y el Universo. Un bosque no es puramente un bosque, es la
manifestación de muchas cosas no visibles como el óxigeno, los rayos solares,
el agua y los minerales de la tierra. Todo eso de manera orquestada se une y
produce vegetación. Este bosque entonces
es solo el resplandor de otro evento natural invisible y gigantesco. Hay
entonces fuerzas imperceptibles en apariencia que se manifiestan finalmente en
la cosas Es decir, una pareja sin amor luce muy diferente si hay enamoramiento. Ese ingrediente llamado
amor hace todo distinto a pesar de los mismos elemento: un hombre y una mujer.
Entonces, podemos asumir, sin caer en fanatismos que todo objeto vivo o inerte
depende de otros elementos invisibles para lograr como tal…. Un ejemplo simple de
esto es el caso de los bebes. Hasta los más llorones se tranquilizan cuando lo
sacas en coche a pasear a la calle. No ocurre lo mismo si los sacas a pasear a
un centro comercial que emule una calle de forma artificial. Son otra
vibraciones En una calle real corren otra realidades que no se pueden explicar…Un
niño se divierte mucho más con herramientas de verdad que con su versión de
juguete. Si ven una llave inglesa, una brújula o una guitarra caerán fascinados
ante estos objetos mucho más que si les damos versiones de juguetes de los
mismos…
Todo aparato por más complejo que sea termina en un enchufe a
la pared o conexión a alguna batería con
dos simples terminales: positivo y negativo, Sea una máquina de pinball, una
lap top o un horno microonda. El universo es igual, está regido por dos fuerzas
madres. La constructiva y la destructiva Ambas, en todas sus millones de combinaciones
rigen el multifacético comportamiento
del universo. Eso incluye al hombre,…Somos finalmente binarios, lo que hacemos
en la vida es o constructivo o destructivo, no hay mas… lo conveniente y lo que no. Si aceptamos la espiritualidad de
la cosas entonces empezaremos a entender
que no somos tan independiente como creemos. Hay intrínsecamente una dosis de destructividad en nosotros
derivada de la negatividad del cosmos. Esta destructividad se manifiesta en los deseos. Por lo tanto no todo lo que lo que deseamos es beneficioso.
Porque llega un punto
en que creemos que nos hartamos de nosotros mismos, cuando en verdad nos hartamos
de desear tonterías".
Pedro Suárez-Vertiz/Somos/El Comercio
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