P15 PLAGIO
Siempre, el que primero
inventó está sujeto a copia, referencia o corrección por otras tendencias que la actualidad exige, en todos los
campos, por ejemplo, el foco de luz inventado por
Thomas Édison ahora los hay
ahorradores, tipo led, con sensores, etc. Y
no se escucha que arman
alharaca por su patente pero en el plagio literario por no poner una cita en
cursiva o en comillas hay denuncias al por mayor.
¿Acaso eso no pasó con la sagrada palabra-la biblia-?, una forma
de corregir era el Palimpsesto, cuyo contenido original había sido raspado para
escribir de nuevo encima. ¿No es que algunos capítulos fueron copia de otras
culturas?, por ejemplo, en el Gilgamesh –sumerio-
se narra el diluvio mil años antes que
Noé, ¿Se le puede calificar de plagiadores los que autenticaron a Noé?
A veces se
recoge una palabra, breve frase del creador
del libro que
uno está leyendo. Una frase de dos o tres palabras, no se necesita más. Y se
completa con la imaginación, del que da uso particular, para explayarlo. ¿Está
mal? Parece que no. El pionero a veces
da luces que ni el mismo se da cuenta va servir a otro. Por ejemplo para hacer
este trabajo he leído previamente algunos textos de autores que pergeñan sobre
lo mismo, en el sentido de cómo descubrieron
el gusto por leer y luego escribir, y a partir de ahí cogí algunas
palabras que iluminó el mío en
particular. El autor-proveedor solo puso
la punta de la madeja, pero le sirve al autor-recibidor direccionar en otra
forma. Es algo que ilumina el cerebro del recibidor como un timbre de llamada para dejar entrar a
nuestros propios y particulares fantasmas.
Otras veces el autor- proveedor lo expresa en otro
género, por ejemplo, en una película, pero ello sugestiona al mundo propio del autor- recibidor que es
pintor o escritor y lo plasma en su giro. En este caso no se corre letras
sino imágenes.
El que escribe debe estar atento a lo que ve, a lo que oye y a lo que
sucede. Pero todo el mundo ve oye y le pasan varias cosas interesantes, pero al
que escribe no le es un hecho común sino
lo preserva en la retina de sus ojos y lo lleva a su laboratorio, su
mesa de trabajo: papel y lápiz.
El escritor puede ver un par de ratas en
una pelea pero él lo imagina con espadas
y en lugar de señalar lo absurdo, se pone a describir la batalla
meticulosamente para proveer una lectura para niños.
Aquí criticamos a Bryce
Echenique por copión. Tal vez lo sea
alguna páginas que obvió certificar pero no por ello todas sus obras se le puede estigmatizar.
A través de la historia
literaria se ve llenura de plagio pero en una forma subliminal que no se le consideraba plagio
sino una ceremonia –embeleso de la apropiación.
La
divina comedia es una relectura de la Eneida y Homero, Dante y Virgilio están
presentes en Paraíso Perdido de Milton. El Ulises de Joyce es impensable sin
una asimilación de la Odisea de Homero.
Ana
Karenina de Tolstoi revisa creativamente Madame Bovary de Flaubert. El retrato
de una dama de Henry James reexamina en su escritura a Middlemarch de George
Eliot.
En todo caso, el escritor
cuando quiere tomar de otro sin citarlo
tiene que hacerlo como el back de un equipo de futbol: jalar ligeramente la
camisa del adversario pero sin que el árbitro se dé cuenta.
Ahora hay que tener en cuenta
que nos enfrentamos en la vida actual
donde el internet predomina sobre todo los campos.
Según
un artículo de Patricio Pron, que lo dice mejor: «Hoy parece que se hubiera
disuelto toda distancia entre reproducción y apropiación. Hay una ilusión de
simultaneidad, un cruce continuo entre textos propios y ajenos. La técnica
produce un movimiento de unificación, de escritura única, continua, no
personal, casi mecánica [...]: pone en juego la cuestión de qué quiere decir
enunciar…porque su fragmentación en pequeñas unidades (un par de versos, un
fragmento de imagen, una frase subrayada en un libro) lleva a su consumidor a
pasar tan poco tiempo con el contenido que este no puede desplegar sus
cualidades ni convertirse en experiencia, y porque esa misma experiencia, allí
donde se produce, deviene simplemente algo “a compartir”, el fondo de una
selfi, un fragmento de video enviado por WhatsApp, un “estado”.
«
hace que (afirman algunos) nociones como “propiedad” y “autoría” carezcan de
utilidad en el ámbito de las redes sociales, como pondrían de manifiesto las
numerosas apropiaciones y plagios que pueden encontrarse en ellas… el de que el
contenido “es” de quien lo comparte, no de su autor o autora …sino la forma en
que “conectamos” con ella, es decir, la respuesta emocional que esta nos
produce
«… La supuesta gratuidad de los
contenidos, que algunos defienden como condición necesaria para el acceso a la
cultura entendido como un derecho, ha habituado a los consumidores a esgrimir
dos argumentos antitéticos pero habituales: por una parte, que los
productos culturales (también de la literatura) deben ser gratuitos para los
consumidores, no importa cuánto dinero cueste a sus autores producirlos; por
otra, que lo que es gratis no vale nada»
¿Podría validarse aquí lo que dice Le
Clesio: La literatura no pertenece a una ciudad o una nación [ ni a una
transnacional online como Amazon, digo yo] es un bien común .
O como dijo Unamuno: que
me importa mis ideas. No hay ideas “mias” ni “tuyas” ni de “aquel”, son de
todos y de nadie. La originalidad de
cada cual estriba en vaciar su alma, en el soplo que anima su obra. Nadie se
apropia de nadie y todo lo sabemos entre todos.
Tenemos un escritor peruano por ejemplo,
uno que me gusta, Ramón Ribeyro; en
España, algunos que quieran leerlo
tienen que hacerlo por medio de una suscripción
¿a dónde va la membresía, al autor, al país del autor, o Amazon.com?
Actualmente Amazon.com compañía estadounidense de
comercio electrónico en servicios generales pero empezó con los libros en 1995
con Jeff Bezoos que ahora es el hombre más rico del mundo
Tan
solo en sus dos primeros meses de vida, Amazon vendió en 45 países y le ingresaba
cuantiosos dinero.
Además,
por las empresas eBay, sitios destinados a la subasta y comercio electrónico de
libros a través de Internet, no alivia
al escritor, tampoco por las plataformas gratuitas como Open Library y Google Books , más bien, están
disminuyendo los ingresos de los escritores.
Los escritores en estados unidos
ganan en promedio tan solo 20,300 dólares anuales.
Como observó James Gleick, presidente
de la Authors Guild, “cuando empobreces a los escritores de un país, también
empobreces a sus lectores [ya que] los libros de calidad requieren a menudo un
tiempo y un trabajo de investigación que no pueden ser llevados a cabo si el
autor necesita además dar clases y conferencias para llegar a fin de mes”.
“Más libros, de peor calidad,
juzgados a menudo por una crítica literaria escasamente capacitada y/o
indulgente, que duran poco en librerías y, en general, son desestimados por un
público generalista que sigue consultando las muy dudosas listas de “los más
vendidos” bajo el precepto erróneo de que algo es bueno si muchas personas lo
han comprado antes”
Un Estado que no parece creer necesario
arbitrar en un negocio que no comprende y unas instituciones culturales
solipsistas, una pérdida diaria de librerías y unos autores escasamente
interesados en comprender la naturaleza del negocio del que participan.
Por una estrategia de adquisiciones y
compras de editoriales rivales en el marco de la cual catálogos completos
quedan relegados en beneficio de los autores multiventas, que pasa de manos de
sus productores (autores y negocio editorial, en este caso) a las de las
compañías tecnológicas y a las empresas de telefonía, que comercializan el
acceso a los contenidos.
Se
ve los libros son un gran negocio para unos. Pero los escritores son la última
rueda del coche. Las editoriales más importantes pertenecen a bancos o a los
medios de comunicación más importantes del país. Por ejemplo ‘Planeta’
pertenece a ‘Antena 3’ y ‘Santillana’ y ‘Alfaguara’ al grupo ‘Prisa’. Todo esto
genera, ahora, la ‘gran mentira’ de los
libros. Es decir, libros hechos para vender sin tener en cuenta al sujeto que
van destinados, libros hechos por otros con la firma de un autor conocido.
autor jrosual/enero 2020
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