Escribir a dos planos
temporales, pasado y presente
El escritor puede ser a la vez
aunque para ello tiene que tener carisma: Comunicador social/narrador de
cuentos/conciliador familiar/mentor/brain gym trainer (instructor de gimnasia
cerebral)/coach ontológico (disciplina que permite a las personas, poder
conseguir resultados eficaces, óptimos y también poder desarrollar un bienestar
personal en sus relaciones con los demás, ya sea en el ámbito familiar,
profesional o empresarial)
Para qué decir lo que el
lector ya sabe. En un micro relato, no decir, sugerir.
Un trabajo estará terminado
cuando no tiene nada que quitar, y no queda nada para aumentar. Por ejemplo un
cuento breve de alguien que no recuerdo:
Una joven escribió
una carta, empezó alegre por los momentos gratos pasado con él pero luego –al
recordar el rompimiento- la anegó de lágrimas el papel/ y así lo envió.
El amado al ver
humectado el papel sintió tristeza pero al recordar el buen momento pasado con ella se puso contento/y
fue en busca de ese amor olvidado.
Ten en cuenta cuando, luego,
hagas el libro, y el posible lector lo toma en una librería. Lo hojea
indistintamente. No siempre por la primera página. Y decide por fin, si le cabe
o no ¿Qué tal si posa sus ojos en la estrofa floja? Tratar de dar 100 x 100, en
todo. Escribir tan bello que no pudiera serlo más (Pessoa). Escribir es como tender la mesa, ubicar el
plato de sitio, el tenedor a la izquierda, poner donde debe ir la copa de agua, la copa de vino.
Es importante la etiqueta. Decora como las palabras. Esto para el escritor son
herramientas que ayudan a crea a partir de la inspiración, imaginación y
sensibilidad. El consomé está en su claris verbis. El verdadero acto creativo
está en domesticar las imperfecciones (Ricardo Sumalavia) . Otra cosa es que tu
nivel aun no lo alcanza. Pero no desanimarse, nadie nace perfecto.
En otro tópico, Guillermo
Arteaga en su libro El salvaje advierte: 5.5 años me demoré en escribirla y
luego un fulano la leyó en una semana ¿no es algo desalentador? Pero otro
colega escritor le dijo que una semana es uno (un lector), pero con otro que
haya comprado son dos semanas …hasta alcanzar los 5.5 años, estaría bien.
Yo he leído que hay escritores
que dos años esperan para poner la palabra exacta.
Todo el mundo puede escribir
un libro pero solo una minoría afortunada consigue el éxito, es decir, que su
obra se convierta en un pensamiento generalizado.
Lo que te percates que está
mal corrígelo al instante. No dejes para
después lo que ahora puedes hacer.
Imaginad que detrás de tu
escritorio hay una cámara y lo que escribes en estos momentos, virtualmente, lo
están leyendo en la otra parte del mundo.
También al escribir puedes
utilizar el Plano japonés: cómo, un niño a un adulto ve, como un pez mira a un
hombre en la ribera del río.
Tampoco se debe evitar un
comentario irreal, por ejemplo, Borges cuenta que una vez se encontró en la ribera,
sentado, él, anciano, de 65 años con otro que era él mismo cuando tenía veinte
años.
Planea tu día, si a la una vas
al restorán, y son las once, no corras
en tu trabajo literario por ir a comer, es compulsión. Haz lento pero
escribe bien esas dos horas ¿no es que querías emplear las horas vacías del día?
Tu consigna es copar el día a horas
productivas, no apresuradas.
Aprender de la Banca Comercial, las
ventanillas al final día cuadran
las plataformas de las agencias.
Los que encuadernamos el sentir humano abusamos
hasta que llega la fatiga nos venza pero no
damos tiempo a cuadrar. O sea, la carilla que trabajamos no asignamos
etiquetas, no devolvemos si no se usó,
no fijamos su procedencia, cual carilla posponer por el momento, o en qué parte
del trabajo anidar, o no nos fijamos que no haya duplicidad, generalmente.
Lo dejamos tal cual cosa qué al día
siguiente a falto de dar destino
nos aplasta el ánimo seguir.
Antes que llegue el cansancio, diez
minutos antes asignar las carillas a su respectivo lugar.
Una vez
terminado una novela de muchas páginas hay que quitar las palabras que están de
más, luego, quitar las frases que se
repite, las secciones que, mejor visto, no pertenecerían a este trabajo y
destinarla para otro, a futuro. A veces un libro nuevo nace del despojo de
otros libros. Hasta quedar en un volumen de regular páginas. La estructura de
la novela depende del criterio del autor, también de la historia.
Si solo permanece aislado
nuestra creación es posible que pase desapercibidos pero si se les etiqueta va
formando un cuerpo, un sentido, tal que después se reúna rápidamente. Si solo
permanecen en sujeto se pierde en un mar
de chinos, en una nebulosa (y el trabajo es más laborioso).
Podría estar bien llamar a nuestro personaje El loco de la
casa, como lo hace Rosa Montero donde a través de él se habla del oficio de
escribir. Cualquier pretexto es bueno pero más si es original.
Encontrar en una tienda de antigüedades una máquina Remington, parecida
a donde hicimos nuestros primeros bosquejos, nos lleva al recuerdo, a la
endecha. La memoria se incendia sin
bombero a la vista.
Escribir sobre la niñez aunque
algunas veces no se recomiende a los niños, es posible.
Evaluar al padre –recién ido-
es solo ubicar el sitio donde la batalla tendría lugar.
Julio
Verne escribía sobre lugares donde no había estado. No estar allí, en el suceso, es estar como un hombre
invisible. El escritor siempre está en otro sitio, entre aquí y allá, pero nunca
realmente aquí o nunca realmente allá.
Luego, terminado su trabajo, al leerlo se pregunta cándidamente ¿cómo
quedé allá estando aquí? Sin estar en un salón de baile goza la fiesta en una hora reservada.
Todo no es escribir, de vez en cuando clavar la
silleta –literalmente- para que no sisee cuando extasiemos.
No morder más de lo que se
puede masticar.
Hay quien escribe, y sus
palabras son untadas con ácido clorhídrico. Hay otros que se miran el ombligo
para crear. Hay otros que escriben con taladro, otros que arrancan sus hojas y
se lo comen. Otros escriben a temperaturas altas. Otros en su torre de marfil. Cada
quien mata sus liendres como pueda. Benito Pérez Galdós antes de
crear literalmente los personajes de su obra lo dibujaba con un lápiz para
tenerlos delante cuando escribía de ellos.
Hay que empezar a bregar con
la pluma y el papel muy temprano cuando el sol dormita en la frazada de la
noche, que es mi momento preferido; pero puede ser para otro cálamo en otro
momento, la hora más tarde de la noche cuando la bulla cese en los pasillos de
la casa, o al caer la tarde. Cada quién monda la manzana como quiere y pueda.
Alondra (figurado) es el tipo de escritor que tiende a acostarse
y levantarse temprano para escribir, opuestamente al búho.
Escribir distintos alter egos. Y coger el que mejor canta.
Escribir sin tratar
convencer (Pessoa)
Ser arquitectos que primero
diseñan los detalles, o, dos,
artesanos, que se sientan frente
a la mesa cada mañana según un horario y escriben lo que salga del alma. Uno debe escoger.
Penetrar en la soledad de otro
no es imposible.
Dejar la puerta abierta para que puedan huir los personajes.
Canibalizar la vida personal pero además crear elementos añadidos que
confundan al lector quién es el escritor.
Escribir con palabras y con
silencio (Ítalo Morales). Quemar el
silencio. Un silencio a veces tiene más fuerza que mil palabras.
Cuando se acude a una
exposición, a una presentación, pone atención ciento por ciento a todo lo que
se dice. Da respuesta corta y segura lo más inteligente que puedas, o, a la pregunta inquisitiva. Si te
toca exponer, da todo de ti.
Pues quién ponencia es para agradar,
enseñar, inteligenciar. Aunque luego cuando vuelvas a estar solo con la soledad
rienda el pensamiento fútil, la mirada
boba, el humo de la choza, el escepticismo, la angustia existencial o lo que se
te venga en gana.
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autor jrosual
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