lunes, 10 de febrero de 2020

Poemario Las palabras


P15 ESCRIBIR ES

El que deviene en escritor  cuestiona la usanza anterior en que vivía, cuando no lo era, ejemplo, ¿Qué hace ante una araña casera inofensiva que camina tranquila por la vereda de su jardín? ¿La mata? Es probable que ahora no, y le ayude escapar.
También los recursos de la poesía deben usarse para beneficio del trabajo no poético.

Descubrir que con la disciplina del oficio vas refinando tu gusto en otros campos: te empieza a gustar buena  música, buena fotografía, escoger buena pintura, vas formando una nueva personalidad. Escribir nos hace salir de una vida simple.

Al escritor le gusta escribir en soledad incluso  le bromean unos y ante la chanza responde: lo malo de la nochebuena es que Santa Claus viene a media noche a molestarme.

Dase cuenta que ha vivido suficiente para dar cuenta cómo es la vida pero, al punto, el tiempo es escaso para escribir todo lo que ha vivido.

Sus últimas labores mundanas de supervivencia le parecen insignificantes. Parece que el día a día no ha hecho ni dicho nada extraordinario, ni tampoco nada relevante. Lo extraordinario comienza en el instante en que se sienta en su escritorio y empieza a escribir. Que no tuvo buen desempeño  en la vida social laboral y solo funciona bien con las teclas.

Un demiurgo, un artista creador que habiendo creado unos personajes (no solo dios crea) se entretiene verlos vivir su propia historia en su espacio cerrado.

A veces crea Romeos y Julietas  y tiene forzoso que escribir del amor, y se da cuenta, con su realidad, que el amor es como un abismo pero en vez de ver caer de lejos el amor, se aplasta sobre él muchas veces.

Se ufana haber creado un poemario en siete días y se parangona en su delirio con Yahvé que demoró siete días crear el mundo.

Solo quisiera como colofón de vida, en el colegio de su ex barrio o del pueblo de su padre algún amigo profesor dijera una mañana: Hoy vamos a leer un poema  de un vecino que vivió un tiempo estos lares, ya no está pero quedó  impreso su obra, a ver ¿quién lo quiere leer? Y saldría uno, tal vez, él mismo reencarnado en otro niño y leyera con emoción, algunos de sus poemas, como si estuviera enamorado de sí mismo.

O, escribe para que una joven fulana, un día preparando la mesa con una copia suya dijera  a su madre:
¡Mira, encontré un tipo por internet  que escribe cosas que dan a pensar! ¡Pero mejor escucha…!
 Y se pone a leer con el sonido que su corazón ha clamado un poema suyo.

Y no me van a decir –ustedes escritores- no guardan un poco de arrogancia, al firmar autógrafos, disimulado, esperan percibir al último que hace cola no se le ve. O cuando se agarrote el puño de tanto firmar en una feria, resisten con gusto.
Pero una cosa es una sana vanidad que otra compulsa.

Escribir es el oficio más silencioso que existe, como dice Alonso Cueto: son encuentros de dos solitarios. Los escritores y los lectores. Para escribir mejor es estar solo.  Para leer mejor, también, es estar solo.

Es emplear unas horas al día, tal vez, robándole al sueño; o como el que está  en la oficina que escribe a hurtadillas ; y el resto del tiempo cuando no se está frente al papel o tablero, es pensar en futuros proyectos, temas, o en crear nuevos personajes. A tal punto que un vecino le interrumpe en la calle y le pregunta y advierte: ¿en qué piensas?, cuidado con el carro.

Muchos tenemos la habilidad pero, casi todos, lo frenamos
¿Por qué no dar rienda suelta a la imaginación? La imaginación no cuesta.
Cuando el hombre deja de ser niño y pierde la capacidad de  asombro comienza  el páramo anímico. La fantasía es un elemento clave de la ilusión, la fantasía se encuentra en los niños o en hombres que no pierden aquella sensibilidad, aquella naturaleza infantil. Pero pensar que un viejo solo tiene que encargarse de cargar sus huesos, es un error, también un senil puede crear una nueva canción. Tal es mi caso, he sido pequeño comerciante casi toda mi vida, y cuando perdí mis tres tiendas se me presentó este camino.
Escribir es no perder esa imaginación de cuando uno era joven,
por ejemplo, al extrusionar-dibujar su nombre en forma de cubos, de flores, etc.- el nombre de ella, o en degradé,  sobre un papel nos abstraemos  gratamente largo rato.

Al escarbar usos y costumbres de un país remoto y lejano  que relame las especias como suyo, por ejemplo, India, donde cada persona tiene aliña, le está permitido al escritor divulgar esas costumbres, a pesar que no es su país y está de paso: El azafrán a la noche de soledad, el Cardamomo al amarre de pareja, el Coco rayado a la palabra dulce, la Semilla de mostaza para alejarlo, incandescencia de relación cuando  se mezcla algunos…

Sabe, que el pasado nunca es pasado. Está con nosotros. Sabe, por más rémora  que haga el camino se acaba.

Sabe, el escenario no debe ganarle al artista.

Sabe, el hombre que no escribe es más pequeño que sus sueños.

Quien no publica, no tala. Las  fases del escritor: fase inconsciente, escribir cualquier cosa que llegue a la mente; fase consiente, publicar el libro.

Escribir es seguir con ella si no te saca la vuelta (A. Corcuera)

Escribir es esperar nada monetario. La espera duele. El destino del poeta, en particular, es vivir una vida imperfecta, incomprendida, aun así, ve ese fracaso un supremo fin. Lo único que espera es ver su foto en la solapa de un libro.

Pero tampoco el escritor se puede condoler de todas las miserias del mundo, rebasaría su capacidad de contención, por eso, ante la tragedia no llora como  Magdalena –como ante nuestra cámara de televisión se suele ver ante un infortunio, desgarrarse  la víctima o familiar-  Pero tras su aparente dureza puede escribir poemas humanos que calen hondo en el prójimo y trasciendan.

Escribir es como aquel que atraviesa un riachuelo saltando de piedra en piedra sobre la corriente (Andrés Trapiello) de vez en cuando, apoya mal un argumento o una idea, y mete el pie en el agua, pero ese traspié no le detiene y sigue decidido el camino trazado, hasta llegar a la otra orilla.

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autor jrosual

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