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INANE /FATUO / VANO
Muchas veces los beneficios de
la lectura caen en saco roto. Al común adolescente le habrán dicho que el libro es bueno para
alimentar el alma. Entonces habrá tomado
uno y al poco tiempo lo que le daba era sueño. Alcanzaba decir: No soy para leer,
y lo dejaba para siempre.
Era bueno alguien en ese
instante crucial le dijera: No digas eso, estás cansado, tómalo más tarde o
mañana cuando tu energía esté plena, además, no es el primer libro el que te va
gustar.
Por
otro lado, una obra por encargo da la impresión que no se notara quién lo
escribe, es demasiado impersonal, en cambio, el autor de puño y letra que ante
el mismo tema se nota cómo le ha afectado o influido su trabajo.
Escribir por encargo es la conquista de lo inútil.
Y
nosotros lectores obraremos como dijo Kingsley Amis, la vida
es demasiado corta para leer libros malos.
A veces el trabajo de escribir
es como entrar en un pozo de aire que sufre el avión, ¿por qué no dejar de
viajar en avión?, piensan unos y lo dejan, y está bien, pienso yo, sino todo el
mundo sería escritor.
Uno piensa que escribiendo está fortalecido. No le importa
si el río va inundando la ciudad. Pero descastado los agentes externos le sucede,
un derrame articular en la rodilla –por ejemplo en los escritores viejos- que
en la silente noche trata impedir y concentrarse. Como sea, los fantasmas tratan
disuadirle.
Cada quien
tiene su propio fantasma. Y el escritor, solo en su soledad, tiene que ver la forma de lidiar
contra él, entonces, a las palabras
aprende a ponerlas de su lado. Si tiene un libro, nunca estará solo. O crea un
alter ego (un segundo yo) de receptáculo de sus males, y él sigue adelante,
escribiendo, tratando engañarle al fantasma.
Otras veces el enemigo está en
casa. Miro en el diario una foto de un reconocido luchador sindical,
periodista, ensayista, tras él un estante
repleto de libros, revistas, supongo yo, de corte socialista, un tesoro,
-un acopio de vida por un sindicalista es un valor de estudio y seguimiento
para la cultura de un país pero en éste hay desidia, discriminación o indiferencia.
Cuando muera será carbón porque la hija
o el hijo inconsciente lo venderán, al peso, al primer cachinero que husmee por
allí, y se desperdigara como se despanzurra un cojín en lo alto de un edificio
y las plumas se esparcen a la nada.
autor jrosual / enero 2020
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