jueves, 13 de febrero de 2020

Poemario Las palabras






P15 LEER / LIBROS / AFINES

Mi peor manía, leer en los micros. Cuando vivía cerca de mi tienda podía ir caminando en 40 minutos,  en micro, 10 minutos, no me preocupaba del asiento, el trayecto era corto; pero cuando me mudé a las Gardenias, 22 kilómetros al norte del centro de la ciudad y, llegado al centro,  cruzarlo,  me demoraba más de dos horas –para regresar, dos más- Lima es la tercera ciudad con más tráfico en el mundo.
Entonces al  viajar trataba conseguir asiento vacío.  Y desde el inicio busqué la forma de emplear esas cuatro horas en algo, puesto que no soy conversador con los compañeros de viaje, me dediqué a ver periódicos en un inicio, luego comencé desempolvar mis libros de mis cajas y leerlos en mis viajes.
Si han visto –los que viajaban al cono norte de Lima en los 90’s-a un pasajero  con un libro en la mano, cómodamente sentado cerca a la ventana del micro, serio, rostro cuadrado, hirsuto pelo, era yo.

Notaba, cuando el micro estaba lleno de pasajeros el carro  menos saltaba y se podía leer mejor. Así he pasado leyendo  diadema de escritos sabios, descubrí un huerto lleno de nuevos frutos que llenaban el corazón, que aclaraba  oscuridades, páginas que era revelador de arcanos. Que nos ayudan a vivir vidas diferentes y a meternos en la piel de otras. He acompañado a algunos escritores –sin que se den cuenta- a lo largo de sus historias.
El libro, vaso de agua al sediento del conocimiento. El mejor invento del ser humano. La matriz del saber humano, recopilada por hombres sabios que desearon darnos más información de todo lo anterior. Algo tan pequeño, trecientos gramos, más o menos, cómo nos puede hacer tan grandes.

Casi 30 años en ese plan hasta que mi tienda caducó, vino la crisis en mi casa y me expurgaron. Mi casa no era un hogar era un cenicero.
Siempre he cargado una mochila y dentro de ella un libro y un cuaderno de notas de 50 páginas donde disciplinaba el silencio,
Llenaba mi tanque de agua rotoplas - tanque de pensamiento-
Y poco a poco, para los días siguientes era la savia que me endulzaba la vida.

Sabía, la fotosíntesis recibe la luz para transformar en energía, y tenía la esperanza que alguna vez sea al revés. Somos avatares de la estupidez , algunas veces, cuando escribimos porque somos tan irreverentes, algunos se corrigen, otros se quedan así.
Somos por lo general agnósticos. Soy un hombre raro pero quiero morir normal. En todo caso, pienso que todos los escritores van al cielo porque se confiesan a diario con suma contrición.
¿Sabía dios que existiría el celular?¿sabía que un artefacto, el Hubble, sondearía las intimidades del universo? No, claro que no.
Porque dios es creación del hombre, y el hombre que lo creó no lo podía vislumbrar en ese tiempo. Ahora, que los pastores lo digan en tal libro, capitulo, versículo  está dicho, es engañabobos. Qué el mismo no lo cree pero lo pregona para sus intereses.

A veces por tardanza, algún paro nacional o un feriado no laborable me desanimaba  abrir mi tienda y me quedaba en alguno de los parques bonitos que hay en Lima con mis provisiones para el día, mi libro, mi cuaderno de notas, algún sándwich que pedía, una gaseosa y me pasaba varias horas leyendo. Encontraba una aventura en cada página, y me volvía amigo de la soledad, y de vez en cuando  daba otra interpretación diferente al escritor en los bordes blancos del libro. Desmenuzaba mi propio archivo vivencial. Entonces como una hormiga que va trepando a un elefante me encaramaba y me preguntaba si mi escritor favorito  escribía así ¿por qué yo no podía hacerlo? ¿Por qué no tener mi propio país como J. R. R. Tolkien?

Si no hubiese ido a vivir tan lejos tal vez mi cajón con hilos de diversos colores no me hubiese sido.
[Ahora] los poemas y las historias son los únicos artículos que tengo en mi tienda (Niels Hav)

Un día sin leer es un día perdido.

Viajar un poco más lejos, a otro país, o dentro de uno, a una provincia lejana. Después de los ajetreos del viaje  y de granjear nueva gente la primera noche de pernocte (de alojarse) compensa muy bien el libro fiel a nuestra aventura, más aún si el afán  es  un poemario nuestro por revisar. Leer y viajar es lo mismo, eso se dice por allí… Pero viajar sin leer no lo es. El libro no es solo papel.

El libro nos enseña a ser crítico y selectivo. Crear nuestra propia opinión acerca de aquellos que lees. Nos inclina a pensar en que lo que nos muestran hay otra verdad. Incredulidad en todo  (Pessoa).  Es vivir, sentir, tener criterio, y un libro te aporta todo eso. Pensar de forma diferente y darse siempre la oportunidad de flotar.
Cuando se lee un libro ya no se está en reposo. Cuando lees te sales de ti.

Habrá gente que vive sin leer. Son los egoístas, los narcisistas que sin leer se creen lo mejor del mundo, los vanidosos que tiene en la sala de su residencia un equipo de música de alta generación o un televisor cinema pero no tiene biblioteca ni un escritorio donde conversar con el alma.
El Egocentrista que siempre farfulla que le imiten cómo  él ha progresado y sugiere que le sigan; y tilda de menesterosos al hombre que lee, o se ríe del escritor que en un premio anual gana lo que en su negocio lo hace en menos de una semana.
Sarcástico, con sus indirectas va lastimando al novel escritor. Carece de altruismo, no tiene empatía con el inferior, a no ser éste le adule.
Pone excusas  precarias diciendo  que  no se dedica a la lectura por ser corto de vista. Soberbio, cree sin libro la ha ido bien en la vida.  Sojuzga a otros en su fábrica, o se aprovecha su mando para oprimir. Hibris de defectos. No tiene humildad. Y si tiene libros es por pura ostentación. De esos fatuos también hay en la viña del señor.

Yo personalmente no podría dejar de leer. Aquélla persona que dedica un pequeño rato de su tiempo a la lectura es la que sin duda tendrá más recursos a la hora de enfrentarse a situaciones reales como al soberbio de las tinieblas de la ignorancia  que considere los libros como simples elementos decorativos de sus casas, mientras para nosotros se tratará de la llave de entrada a un maravilloso mundo que se nos ofrece a través de las múltiples historias que se narran en ellos. La matriz de todo el saber humano recopilada por hombres sabios que desearon darnos más información de todo lo anterior.

El libro son los prismáticos y la sabiduría es la montaña. Pero hay que saber enfocar y elegir bien porque hay muchas montañas y el mercado está lleno de prismáticos al gusto. (Hasta los nocturnos puedes encontrar).
Nosotros elegimos cómo, cuándo y dónde queremos vivir y sentir la magia de la lectura.
Cada libro, al igual que las personas, es diferente e irrepetible.
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Tan prendido estaba a ellos que  cierta vez me pasó un detalle:
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autor jrosual

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