P15 LEER / LIBROS / AFINES
Mi peor manía, leer en los micros. Cuando vivía cerca de mi tienda podía
ir caminando en 40 minutos, en micro, 10
minutos, no me preocupaba del asiento, el trayecto era corto; pero cuando me
mudé a las Gardenias, 22 kilómetros al norte del centro de la ciudad y, llegado
al centro, cruzarlo, me demoraba más de dos horas –para regresar,
dos más- Lima es la
tercera ciudad con más tráfico en
el mundo.
Entonces al viajar trataba
conseguir asiento vacío. Y desde el
inicio busqué la forma de emplear esas cuatro horas en algo, puesto que no soy
conversador con los compañeros de viaje, me dediqué a ver periódicos en un
inicio, luego comencé desempolvar mis libros de mis cajas y leerlos en mis
viajes.
Si han visto –los que viajaban al cono norte de Lima en los 90’s-a un
pasajero con un libro en la mano,
cómodamente sentado cerca a la ventana del micro, serio, rostro cuadrado,
hirsuto pelo, era yo.
Notaba, cuando el micro estaba lleno de pasajeros el
carro menos saltaba y se podía leer
mejor. Así he pasado leyendo diadema de
escritos sabios, descubrí un huerto lleno de nuevos frutos que llenaban el
corazón, que aclaraba oscuridades, páginas
que era revelador de arcanos. Que nos ayudan a vivir vidas diferentes y a
meternos en la piel de otras.
He acompañado a algunos escritores –sin que se den cuenta- a lo largo de sus historias.
El libro, vaso de agua al sediento del conocimiento. El mejor invento
del ser humano. La matriz del saber humano, recopilada por hombres sabios que
desearon darnos más información de todo lo anterior. Algo tan pequeño,
trecientos gramos, más o menos, cómo nos puede hacer tan grandes.
Casi 30 años en ese plan hasta que mi tienda caducó,
vino la crisis en mi casa y me expurgaron. Mi casa no era un hogar
era un cenicero.
Siempre he cargado una mochila y dentro de ella un libro y un cuaderno
de notas de 50 páginas donde disciplinaba el silencio,
Llenaba mi tanque de agua rotoplas - tanque de pensamiento-
Y poco a poco, para los días siguientes era la savia que me endulzaba la
vida.
Sabía, la fotosíntesis recibe la luz para transformar en energía, y tenía
la esperanza que alguna vez sea al revés.
Somos avatares de la estupidez , algunas veces, cuando escribimos porque somos
tan irreverentes, algunos se corrigen, otros se quedan así.
Somos por lo general
agnósticos. Soy un hombre raro pero quiero morir normal. En todo caso, pienso que todos los escritores van al cielo porque se
confiesan a diario con suma contrición.
¿Sabía dios que existiría el
celular?¿sabía que un artefacto, el Hubble, sondearía las intimidades del
universo? No, claro que no.
Porque dios es creación del
hombre, y el hombre que lo creó no lo podía vislumbrar en ese tiempo. Ahora,
que los pastores lo digan en tal libro, capitulo, versículo está dicho, es engañabobos. Qué el mismo no
lo cree pero lo pregona para sus intereses.
A veces por tardanza, algún paro nacional o un feriado no laborable me
desanimaba abrir mi tienda y me quedaba
en alguno de los parques bonitos que hay en Lima con mis provisiones para el
día, mi libro, mi cuaderno de notas, algún sándwich que pedía, una gaseosa y me
pasaba varias horas leyendo. Encontraba una aventura en cada página, y me volvía
amigo de la soledad, y de vez en cuando
daba otra interpretación diferente al escritor en los bordes blancos del
libro. Desmenuzaba mi propio archivo
vivencial. Entonces como una hormiga que va trepando a un elefante me
encaramaba y me preguntaba si mi escritor favorito
escribía así ¿por qué yo no podía hacerlo? ¿Por qué no tener mi propio
país como J. R. R. Tolkien?
Si no hubiese ido a vivir tan lejos tal vez mi cajón con hilos de diversos colores no me
hubiese sido.
[Ahora] los
poemas y las historias son los únicos artículos que tengo en mi tienda (Niels Hav)
Un día sin leer es un día perdido.
Viajar un poco más lejos, a otro país, o dentro de uno, a una provincia
lejana. Después de los ajetreos del
viaje y de granjear nueva gente la
primera noche de pernocte (de alojarse) compensa muy bien el libro fiel a
nuestra aventura, más aún si el afán es un poemario nuestro por revisar. Leer y viajar
es lo mismo, eso se dice por allí… Pero viajar sin leer no lo es. El libro no
es solo papel.
El libro nos enseña a ser
crítico y selectivo. Crear nuestra propia opinión acerca de aquellos que lees. Nos
inclina a pensar en que lo que nos muestran hay otra verdad. Incredulidad en
todo (Pessoa). Es vivir, sentir, tener criterio, y un libro
te aporta todo eso. Pensar de forma diferente y darse siempre la oportunidad de
flotar.
Cuando se lee un libro ya no
se está en reposo. Cuando lees te sales de ti.
Habrá gente que vive sin leer. Son los egoístas, los narcisistas que sin leer se creen lo mejor del mundo,
los vanidosos que tiene en la sala de su residencia un equipo de música de alta
generación o un televisor cinema pero no tiene biblioteca ni un escritorio
donde conversar con el alma.
El
Egocentrista que siempre farfulla que le imiten cómo él ha progresado y sugiere que le sigan; y
tilda de menesterosos al hombre que lee, o se ríe del escritor que en un premio
anual gana lo que en su negocio lo hace en menos de una semana.
Sarcástico,
con sus indirectas va lastimando al novel escritor. Carece de altruismo, no
tiene empatía con el inferior, a no ser éste le adule.
Pone
excusas precarias diciendo que no
se dedica a la lectura por ser corto de vista. Soberbio, cree sin libro la ha
ido bien en la vida. Sojuzga a otros en
su fábrica, o se aprovecha su mando para oprimir. Hibris de defectos. No tiene
humildad. Y si tiene libros es por pura ostentación. De esos fatuos también hay
en la viña del señor.
Yo personalmente no podría dejar de leer. Aquélla persona que dedica un pequeño rato de su tiempo a la lectura es la que sin duda tendrá más recursos a la hora de enfrentarse a situaciones reales como al soberbio de las tinieblas de la ignorancia que considere los libros como simples elementos decorativos de sus casas, mientras para nosotros se tratará de la llave de entrada a un maravilloso mundo que se nos ofrece a través de las múltiples historias que se narran en ellos. La matriz de todo el saber humano recopilada por hombres sabios que desearon darnos más información de todo lo anterior.
El libro son los prismáticos y la sabiduría es la montaña. Pero hay que saber enfocar y elegir bien porque hay muchas montañas y el mercado está lleno de prismáticos al gusto. (Hasta los nocturnos puedes encontrar).
Nosotros elegimos cómo, cuándo y dónde queremos vivir y sentir la magia de la lectura.
Cada libro, al igual que las personas, es diferente e irrepetible.
*
Tan prendido estaba a ellos que cierta vez me pasó un detalle:__
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