martes, 4 de febrero de 2020

POEMARIO LAS PALABRAS


P15 PREFACIO

Dicen que no se debe empezar -un cuento-  si no se sabe cómo terminar. Pero la presente no es un cuento, al menos.
Verdad no sé cómo va terminar este desbrozo, más aun, ni cómo comenzar. Más bien, me irrogo que voy dar un discurso de orden.
Pero como voy haciendo mis trabajos (poemarios de largo aliento) con un promedio de 70 páginas debe ser aburrido al jurado calificador y lector  enviar a ese rubro. Pero me entretiene lo que hago. Es como un balance, un alto, hasta aquí, dic. 2019, de lo que me ocupa.
Ese es mi problema, mis trabajos no pinta a ser poesía pero insisto, soy terco. Tampoco es novela, pocas páginas, cuento no lo veo, ensayo menos, verdad no sé lo quiero hacer.
No puedo detenerme espulgar  cómo acabará pero sí me gana la urgencia, quiero escribir ya. Es el nacimiento de algo que quiero desarrollar cuanto antes.
Voy a escribir lo que  sale. Tal vez me pierda en el camino, tal vez pierda la esperanza pero lo que no quiero perder el hilo conductor de querer decir algo.

Pienso  incluir una etapa de mi vida que no he tocado en ninguna de mis trabajos anteriores, la época que fui estudiante universitario cuyo tiempo mentor quiero enfocar en los 2 primeros años en ella.
Pero el plato de fondo escribir sobre el oficio del escritor teniendo como referente a Herman Hesse  en su libro Para minutos en dos ediciones.  Se me perdió la primera edición bajando de un taxi, tendré que ir a la biblioteca, o buscar por internet si hay pdf gratis.

Mi duda, también,  es seguir buscando nuevos autores o identificarme con uno solo y seguir su camino de Santiago. Si seguir a uno, releer bien su libro, y seguir sus demás libros, tratar de emularlo un tres por ciento, siquiera. Pero no puedo serle fiel, siempre voy buscando otros talentos.

No me conformo, digan, mi trabajo fue bonito sino los lectores se dediquen a explorar otros libros parecidos, o escribir el suyo, mucho mejor, me sentiría contento que lo mío sirvió a ese fin.

Quiero tener personalidad  proactiva y aventurera. Me apasiona contar historias y me motiva la influencia positiva que pueda tener en los lectores y cambiar, a bien,  su forma de ver la vida. Me encanta sumergirme en el proceso de búsqueda, investigación y la elaboración de poemas.

No he tenido una  lectura funcional cuando niño  o adolescente como sí a muchos escritores  se les vislumbró el camino, como se les lee  en su biografías.

Mi padre, mi madre sencillos comerciantes, mi abuelo, mi abuela
humildes provincianos, tanto por parte paterna o materna activados en los quehaceres intrínsecos de supervivencia en el campo, que en este país y en el tiempo que se situaron, por parte del gobierno, vivían en el olvido absoluto. Entonces como Mahoma no iba al cerro, el cerro fue a Mahoma, vinieron a Lima capital en la gran inmigración de los 50 , 60, abandonando sus chacras,  sus animales y se acomodaron como pequeños comerciantes en los centros de abastos y ocuparon los cerros adyacentes de Lima para vivir, así nacieron Los pueblos jóvenes, término, asentado por el presidente   Velasco Alvarado, y más luego Asentamiento Humano  cuando lo derrocaron , formando los grandes conos , norte, sur, este de Lima haciendo de esta una de las ciudades más pobladas del mundo, con más de 10 millones de habitantes.

Parecida la suerte de los hijos de mis abuelos, o sea mis tíos  tanto paternos o maternos han tenido igual designio.

Lo que quería decir  en ninguna ascendencia he tenido un pariente dedicado a impulsar  la  cultura, un escritor específicamente que me haya servido como baluarte o paradigma de la familia,  que en nuestra mesa se hablara de él. O un primo mayor que tuviera el
hábito de leer libros.

El único que se acercó a la  esfera del gobierno en tiempo del presidente  Augusto Leguía fue el padre de mi madre, mi abuelo, pero más  como guarda espalda de los hijos del presidente. Desgraciadamente, él no tuvo educación, ni primaria completa, sino hubiese sacado mejor partido de su situación.

Cuando este abuelo conoció a una paisana suya que había huido de la sierra con una criatura en brazos, sola, desamparada, él la ayudó, reconoció el hijo, se casaron y en vez de sacar provecho mi abuelo de alguna amistades que tenía, personajes a quienes había ayudado de intermediario en entrevista con el presidente como, por ejemplo, el patriarca de la familia  Cánepa que le había ofrecido a mi abuelo recompensarle cediéndole  una gran extensión de terreno baldío, cerca de lo que hoy es el emporio Gamarra, estoy hablando de los años 30 del siglo pasado, prefirió con su mujer regresar a la provincia y recibir a cambio un torito de casta.

Luego tocó el turno a mi padre quien vino a lucharla en esta indiferente ciudad cuando aún tenía 500 mil habitantes. Y se repitió la historia, conoció a una paisana,  sola, desamparada que traía en brazos una ilusión, ser profesora, pero no tenía un centavo, vino alojarse en una tía a servirle de empleada y se conformaba con los ripios que le daba, pasaje y comida para ir a un colegio del Rímac. Y él, papá, la rescató, la ayudó, se casaron y nací yo que frenó sus aspiraciones de ser profesora, y a él, mi padre,  le urgió tener casa y antes que pagar un alquiler prefirió invadir un cerro donde recalaban todos los náufragos de la ciudad.

Bueno, en ese cerro fui niño, púber, adolescente y buena parte de mi juventud conviví allí con amigos y esperanzas  que está presente en buena parte de mis trabajos. ¿Quiénes era mis vecinos?, lo narro en una acápite de Rina y sus hermanas donde una vecina mayor, la señora lunareja, hacía una fiesta donde púber yo, enamorado platónicamente de mi vecina Rina asistiría por verla.

IV
[Allí estaban, además]

El peluquero, su bien cortado bigote
Terno camisa beig, sin corbata

El zapatero con la nuez marcada
Digería su hablar poblano simple
No solía salir de su casa taller,
Solo a la agencia una vez al mes,
más,  de los vecinos, remendaba

El abacero que cambió esposa por sirvienta
Aquella no sabía sacar la cuenta;
Cuyo mostrador Elio orillaba su morra
Y de poco le fue sobrepasando
y ver en la trastienda familia variopinta
Hijos e hijas de ambas concubinas:
Raymundo, su amigo, uno de ellos

El papá de su mejor causa (1), Johnny,    
Era mozo del gran hotel Bolívar
Impecable hombre en el vestir
Estando su mujer grave agenció
el mejor terno para el luto
Pero el destino tornó, trocarlo
No muriéndose la mujer sino él

El matancero -mi abuelo(2)- carne vendía  
Aficionado a criar gallos de pelea,
Una cosa, a todo el mundo contaba
Fue guarda del presidente Leguía

Aurelio, el que amanecía borracho
-literalmente, en la vereda-
Amigo de los amigos, a veces,
No dejaba el licor por semanas

Desde su  balcón de primavera,
Rosita, la más rica y potable(3)  
Cuya belleza incontrastable
de otros barrios reclamada
De donde venían a verla, a
recibir una sonrisa siquiera

Cansado de tanto celadores,
Dormida, le cortó la cabellera
-su padrastro-, y despechada,
uno, de los mil admiradores
Escogió, el peor tipo de ellos
y se fue a rodar cien lágrimas
al valle de tuestes torrentes

Cuando yo, a punto de mudarme
La vi regordeta ebria  prostituta
llorando a hora muy temprana
debajo del raso del balaustre
donde antes hizo soñar a tantos
de donde voló su amor a marte
donde pseudos la infamaron sin arte

Cuando volvió, esa vez que la vi,
su casa ya le habían traspasado
Sus padres habían desaparecido
y por amor al vecindario volvió
y  encaramó con otro borracho
Otra triste historia del sudario
Con uno de mis amigos, Nicolás,
Y de esa podredumbre  sin alas
nació otro hijo que mucho no duró

También, el ingenioso señor Billón
Cuya tiendecita a mitad de cerro
do ningún proveedor encopetado
animaría -por la escala- surtir
Tendió un hilo alambre polea
hasta –abajo- primeros peldaños
y halaba a pulso las cosas urgentes

La tía de Elio que pastaba chivatos
Cuyo hijo, Conterno Días, mi primo,
Huérfano de padre siendo muchacho,
Tuvo que aprender remiendos
Y sastrería para transformar, usar,
-de su padre-, cantidad de ternos
Que le dejó de modas pasadas…
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Fácil deducir porque no inclinaba a los libros...
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(1)amigo
(2)después de llevar a su mujer a la sierra volvieron, viejos, de nuevo a Lima
(3)frase  del cómico peruano Tulio Loza  que al referirse a la mujer hermosa y curvilínea solía decir  está rica y potable.


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autor jrosual

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