viernes, 12 de abril de 2019

ADOLESCENCIA OBTURADA :LA NINFA DE ENCAJE

LA NINFA DE ENCAJE


¡Ajíes para la papa a la huancaína!, cantaba
¡Ají mono, culantro, limones para el ceviche!
¡Pimiento rojos, pepinos, buenas berenjenas!
-Voceaban por turno- ¡Compre casera, compre!
Orfelina –hermana mayor- y dulce Chelita

¡Rocotos para el relleno! ¡Tomates maduros!
¡Alverjas  pecho paloma! ¡Compre caseraaa!
 Y al darnos de cara una sonrisa me regalaba

Chela, mi edad tenía o tal vez un poco menor
Cuando estaba instalada su venta llegaba,
Hasta tarde cuando su hermana iba a otra labor

Lo primero que viene a mi mente, el vestido
almidonado manga corta símil camisero
con bocamanga, al ir endurecida crujía
como si llamara para verla cuando volvía

Ciertas tardes me acercaba cuando el negocio
aminoraba para interactuar momentos
Sobre todo cuando mamá temprano iba
-jueves a lavar- en relajo quedábamos

Dos platos de picarones de la calle, ordenaba
O en tardes de invierno  rico café pedía                                        
con sándwich de chicharrón, que  le gustaba       
y salaba con aderezos que a mano tenía

Sentados parlando fruslería, el amor nacía,
Otras veces, canciones de moda cantábamos
Bajo  púber manto otras emociones crecía

Le decía te quiero con los ojos, sin hablar
Ni sabía empezar  cómo manifestar mi amor

Era mi niña mujer, yo, púber, su frágil figura
Despertaba como hortense (1) a la fiel ternura
Y desplegada hojas y no sabía qué seguía

Solía decirme en sus arrebatos de muchacha
(la fiebre mía lo había tomado a pie de  letra:)

Cuando sea grande mi ilusión dos cosas serán
Una, ser enfermera y la otra… -adrede callaba-

El iris  volteaba al lado que su natilla veía
Un halo con borde biselado ella parecía

Y la otra ilusión cual es, a insistencia exigía
Los ojos de Chelita  inquietaban desvivían
Brillaba  amor, no así sus labios perezosos
Por no verse descubierta sus labios mordía

Y la otra ilusión, con expectativa insistía
-la otra ilusión casarse conmigo, suponía,
pero esperaba  oír virginales labios que
Remoloneaba y esquivando sus ojos seguía

Le nacían melindres propios a una mujer
Le impedía ser directa y ese remilgo hería,                                    
A pesar sobre esas brasas me gustaba andar

Aventurado osé pedirle una cita al cine (2),
Pensé apropiado allí para la declaración

Primera cita de hombre -diré, hombrecito-
Como éramos tan niños, fue acompañada
de Orfelina y su enamorado, Diente de oro,
Sentados atrás de nuestras butacas y ver
qué hacían los tórtolos -o no les viéramos
cómo ellos  despachaban  sonoros besos-

Esta escolta no había previsto. Intimidó,
Mi hebra raíz; fogosa aun lidiar no sabía
Tan formalito, apenas le tomé la mano.
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      autor Jrosual      

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