LA
NINFA DE ENCAJE
¡Ajíes
para la papa a la huancaína!, cantaba
¡Ají
mono, culantro, limones para el ceviche!
¡Pimiento
rojos, pepinos, buenas berenjenas!
-Voceaban
por turno- ¡Compre casera, compre!
Orfelina
–hermana mayor- y dulce Chelita
¡Rocotos
para el relleno! ¡Tomates maduros!
¡Alverjas pecho paloma! ¡Compre caseraaa!
Y al darnos de cara una sonrisa me regalaba
Chela,
mi edad tenía o tal vez un poco menor
Cuando
estaba instalada su venta llegaba,
Hasta
tarde cuando su hermana iba a otra labor
Lo
primero que viene a mi mente, el vestido
almidonado
manga corta símil camisero
con
bocamanga, al ir endurecida crujía
como
si llamara para verla cuando volvía
Ciertas
tardes me acercaba cuando el negocio
aminoraba
para interactuar momentos
Sobre
todo cuando mamá temprano iba
-jueves
a lavar- en relajo quedábamos
Dos
platos de picarones de la calle, ordenaba
O en tardes de invierno rico café pedía
con sándwich de chicharrón, que le gustaba
y
salaba con aderezos que a mano tenía
Sentados
parlando fruslería, el amor nacía,
Otras
veces, canciones de moda cantábamos
Bajo
púber manto otras emociones crecía
Le decía te quiero con los ojos, sin hablar
Ni sabía empezar cómo manifestar mi amor
Era
mi niña mujer, yo, púber, su frágil figura
Despertaba
como hortense (1) a la fiel ternura
Y
desplegada hojas y no sabía qué seguía
Solía
decirme en sus arrebatos de muchacha
(la
fiebre mía lo había tomado a pie de letra:)
Cuando sea grande mi ilusión dos cosas
serán
Una, ser enfermera y la otra… -adrede
callaba-
El
iris volteaba al lado que su natilla
veía
Un
halo con borde biselado ella parecía
Y la otra ilusión cual es, a insistencia
exigía
Los
ojos de Chelita inquietaban desvivían
Brillaba
amor, no así sus labios perezosos
Por
no verse descubierta sus labios mordía
Y la otra ilusión, con expectativa
insistía
-la
otra ilusión casarse conmigo, suponía,
pero
esperaba oír virginales labios que
Remoloneaba
y esquivando sus ojos seguía
Le
nacían melindres propios a una mujer
Le impedía ser directa y ese remilgo hería,
A
pesar sobre esas brasas me gustaba andar
Aventurado
osé pedirle una cita al cine (2),
Pensé
apropiado allí para la declaración
Primera
cita de hombre -diré, hombrecito-
Como
éramos tan niños, fue acompañada
de
Orfelina y su enamorado, Diente de oro,
Sentados atrás de nuestras butacas y ver
qué hacían los tórtolos -o no les viéramos
cómo
ellos despachaban sonoros besos-
Esta
escolta no había previsto. Intimidó,
Mi
hebra raíz; fogosa aun lidiar no sabía
Tan
formalito, apenas le tomé la mano.
_autor Jrosual
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