EPILOGO
Hoy
día lunes ¡Qué jodido son los lunes!
Como
nunca me dejaron dinero en casa
Pa’
almorzar en la fonda de la avenida
Algunos
moretones magulladuras tengo
en
la cara, brazos, que explicaré al punto:
Sábado,
cuando en tarde cuidaba la venta
Parlando
inaudibles al mundo pero sí a nos
¡Epa,
sucedió! algo que me hizo más hombre
del
cual, poco después, haber salido ufané
*
La
hermana Orfelina en la venta no estaba
Los
míos dormían descansando en el puesto
No
estaba instruido para decir la quería,
Hervía borbotones mi bullente tetera
franquear
portezuela expresar no podía
A
pesar una apresa sencilla halar tenía
Miraba
los lados, evitaba así, creía,
Ausentarse
de mí, o del sufrimiento gozar
Harto
patético no poder declarar
Decirle:
Eres
la eva que mi sueño hace vivo y mejor
Decirle:
¿Chelita,
me consientes ser tu prometido?
Y
el tinte
De
las palabras en el cuello me quedaba
Su
corte de pelo igual a la niña Mafalda
Pero
su faz angulada maja buenamoza
Cuyas
puntas media luna al mentón caía
cercano
a sus labios pintados amarena
Un
kimono, falda a medio círculo vestía
Celeste,
¡Cómo gustaba ese color astral!
Sentada como la madre tierra en su trono
Yo,
al frente, sobre cajón vacío boca abajo
Me
había aproximado cerca a su floración
Aderezada
a la esencia aguda de la menta
Veía por el rayito de sol, le cubría
Magnifica pantorrilla dura y bien formada,
Justo,
cuando apoyaba una pierna a otra…
En
un cambio de apoyo -recruce de piernas-
Mientras
hacía ademán de limar mis uñas
En
un segundo vi su prenda íntima blanca
Puntos
rojos de sangre en el holán de tela (1)
-luego
se levantó para atender a su cliente-
Entonces
el diablo se introdujo en mi cabeza
Recordé
al punto las palabras de un lenguaraz
En
el café tío Matías, justo, la víspera
Contaba
al vecino de asiento con desparpajo
había
abusado a su empleada hasta sangrarla
Mi
faz se tiñó a hollín manoteado de cuervo
Chela
ignorante, atendiendo a su cliente seguía
Por
inercia recalé en Raúl que la miraba
Cínico,
fingiendo lustrar la fruta reía
Le
propiné lo más siniestro de mi entrecejo
Relacioné
ella con el granuja algo tenía
Sospechaba
algo, Raúl siempre esfumaba
cuando
ella a medio día almorzar a la calle iba
Maquiné
gris: granuja por la otra puerta iba
para
hallarse en la calle Unanue con mi chica
y llevarla sabe dios dónde -aturdía mi mente-
Seguía
atendiendo. Me excusé, vuelvo, dije
No
volví. Pedí anuencia para ir a un baño público
Me
mojé la mocha que en pensamientos ardía
Dando golpecitos la mollera pero ¡nada!
fui al campo deportivo anexado al mercado
por
la alambrada rasgada que la unía
Sentado
a una piedra, hacía de ver el partido
pero
me inclinaba a hinchar basura a mi mente:
Adolescencia
obturada a combustión inclemente
¡Cómo
había atrevido tener sexo con Raúl!
Le
odié como nunca había creído odiar
Seguro
porque su puesto era más bonito
Tal
vez, le hubo ofrecido regentar si aceptaba
La
abusó ese mismo día, por seguro, daba
Porque
–ojee- se había ausentado par de horas
¡Fingir,
cómo podía tener hipocresía!
Mis
sesos acopiando detalles devanaba
verosimilitud
daba negras conjeturas
vericuetos
de mi mente tizne propinaba
Nunca
había experimentado sombra de celos
Mi
pecho descarnado henchía rara envoltura
Quería
llorar, más varón en la calle no llora
Había
dejado la niñez hace tiempo, creía
Entonces
reparé el cerro pelado, La Cumbre
cuya
loma en ese tiempo no era aún poblada ,
orujos,
hollejos de mi alma, allí, exprimiría
Y,
oportunista, me pringó El subterráneo:
¿Por
qué no aventarme de una a vez al vacío?
¡Chelita…!,
Y unas lágrimas al llanto forzaba
Tenía
que apurarme, no un después esperar:
Hacerlo
a su momento las cosas, debía
Cosa
rara, no oía ruido alguno ese día
a
pesar que algaradas hacían mis amigos
La
tarde a color amarillento purulento
Halado
por mano invisible al cerro iba
Llegué
a la esquina del conjunto habitacional
En
vez de continuar México para escalar
Voltee
al derecho, busqué subir rápido (2)
Pasado
tres módulos corralón de vivienda
vislumbraba
única puerta una sola calleja
cuartos
a la izquierda y derecha se abría
Igual
lenocinios, burdeles de La Floral
Pero
bombillas incandescentes no había
Sino
percudido pañales pinzados
Era
un hacinamiento de viviendas pobres
Entré
por el pasaje para ascender al morro
Del
zaguán dos tipos -uno conocido- salía
Tal vez, pensé, confesarle
mi intensión debíaautor Jrosual
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