jueves, 27 de marzo de 2014

Trastos al traste


Siempre las despedidas de mis aposentos son abruptas, de un momento a otro tengo que mudarme,  sacando a la loca, mis libros y revistas, mis papeles , mis cuadernos de  notas,  mis diarios y mis otros enseres.
Cuando tenía 27 años, vivía solo en la casa vieja, pensaba que toda la casa iba quedar para mi solo - ya que toda mi familia se había ido a vivir en la casa nueva, un día, vino mi padre trayendo un inquilino y dijo:
-¡Hijo,  desocupa tu cuarto! ¡Lo voy alquilar! Y me presentó al señor que iba ocupar la casa que había venido, ya, con sus bártulos.
Y  me encontré apurado empacando mis cosas  ayudado por mi padre y el inquilino,  mis libros, revistas, papeles, cuadernos de  notas,  diarios, y mis otros enseres.
En el aprieto entregaba mi piel, mi consanguíneo cuarto con tantos años de convivencia sin borrar mis citas literarias  escrito a plumón  en la pared,  tras la puerta, sobre dinteles y vigas de la techumbre.
Cargué al camión mis cosas pero buena parte de  ello los traspasé a un cuarto del primer piso y quedó confinado ahí, dicho de paso, en un rincón, luego, lo utilizaría  como vergel para mis citas amatorias.
Pasaron varios años hasta que un día el inquilino me llamó por teléfono y  dijo que se estaba inundando el cuarto del primer piso porque el tanque de agua había colapsado.
Entonces me vi en apuros, nuevamente, tratando recuperar algo  de  mis libros, revistas, papeles, cuadernos de  notas,  diarios que habían quedado.
Fue un desastre, perdí casi todo aunque en ese momento no  sentí tanto la detrimento de mis notas. Ahora opino que sí, escritos testimoniaban la mitad de mi vida.
Hace un año,  me impidieron entrar a mi casa mi mujer y mis hijos y tras  varios intentos de volver sin aplicar mi fuerza pedí apoyo a la autoridad y ésta me dijo: Nada podemos hacer, ello se resolverá por vía judicial.  Pero tengo mis cosas  en mi cuarto, protesté, entonces, la autoridad me acompaño y exigió a mi mujer e hijos que tenían aun la faz agria una licencia para sacar mis cosas, y otra vez,  el apuro, saqué algunas cosas elementales: algunos libros , revistas,  papeles ,  cuadernos de  notas,  diarios y algunos  enseres, dejando la mayor parte en mi cuarto.

Y ayer, cuando iba a Los Claveles a dejar  los víveres encuentro tirado mis cosas en el jardín, la casa prefabricada  donde lo guardaba, en la azotea, desmantelada. Miro el cielo, está por llover,  entonces, nuevamente apurado  recojo mis  libros, revistas, papeles, cuadernos de  notas,  diarios que habían quedado, al apuro, apremiado,los lleno en algunas cajas mirando al cielo que no se descapote aún.

 

 

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