martes, 11 de marzo de 2014


La tormenta que atiza la miseria

Casas de triplay  de  cartón,  de chapas,  de calamina

Palafitos plantados en la playa, estropeadas a humedad

Postes de luz inclinados como pidiendo tregua,

tras el incendio, nadan en la orilla junto a ropa y enseres.

Perjudicados  se zambullen por recuperar algo. Ironía:

 Incendio en el arrabal teniendo el mar a sus pies.

Bruma  de humo ceniciento en el horizonte vese

todo es  caos, todo es confusión,  ¿será un castigo?

 

Cuenta un sobreviviente:

Una nube negra  se acercaba a nosotros a baja altura

escuchamos  un sonido fuerte como una explosión

 entonces vimos  aparecer olas gigante  de seis   metros

Todo, repentino, fue terrible  pandemónium y  escalofriante,

 trozos de tejado de casa volaban como cometas

  sobre las cabezas  buscando, digo, a sus propietarios;

un árbol que vuela era fácil  cayera sobre una cabeza

o un rayo de luz apague una  vida en un instante, era fácil.

Al día siguiente, en tierra firme, el agua hasta las rodillas

Y en la plataforma de la playa era un mar de escombros

 

 

 
Posdata :hace meses un incendio se desató en Pasay suburbio de Manila, 400 viviendas destruidas, archipielago filipino castigado continúame por inundaciones.
En el Perú la gente pobre llega a los cerros cercanos a las ciudades a plantar su casa, y baja a laborar, casi, al pie de ella. En Filipinas, cuatro veces menor en extensión  territorial pero cuatro veces más en población, alrededor de las ciudades, supongo, no hay cerros y sí áreas para vivienda, palpablemente caras  para  la gente pobre, por eso  planta sus columnas en la orilla del mar  y sobre ella una terraza  donde construyan  sus precarias casas, y se forman  suburbios importantes como Bogo, Cardiz, Ormoc,  Guiuan , Cebú y otros(El país  es un archipileago de islas)
Pero en la tempestades suelen ser castigados por la naturaleza,  aun así, porfían replantar sus casas: la necesidad del nuevo día para sus familias no admite tregua.

La causa  de los tifones  se debe a la temperatura del agua de mar que se eleva  sobre los 28 grados y el viento es débil o el viento está alto.

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