Madre, entrar a tu cuarto es entrar a un pequeño
santuario:
marco repujados
en plata, de vírgenes y santos de toda clase,
sobre las mesas
,en urnas de madera y hasta una de cristal;
más crucifijos
y marías ¡no quepa pender en cuatro paredes!
Madre, entrar a tu cuarto es toparse con osos… osos de peluche.
Osos grandes, osos pequeños, ojos de caramelo, relleno de encanto
Muñecas de fino vinilo hasta una muñeca de trapo patilarga;
Chuchubelo
y pepes que te entretienen
cosiendo nueva muda.
Madre, entrar a
tu cuarto es toparse con tu arte de bendita mano
Vense en tela clara
lindo bordados, en pañuelo, par
de corazones
Mantel de mesa labrado a punta de amor y enorme
paciencia;
Avíos de ex bailarina de tu pueblo: baitilla, enaco, cintas y sombrero
Madre, entrar a tu cuarto es inhalar untura de variedad de pociones
Miríada platina
de medicamento, en grageas, a tus males reumáticos
Todo ello , madre, llena los ojos, trasunta el alma en
carácter único
Que no puedes obviar y como santuario siempre he de
perdurar.
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