Una señora desaparece
del ataúd en que lo estaban velando. Se da cuenta su hija por la mañana (7:15)
luego de pasar la noche velando. En la sala
de la casa habían quedado pocas personas y la familia estaba descansando en los
pisos superiores para la ceremonia del entierro que iba ser en la tarde de ese
día. La hija llama a sus hermanos gritando ¡No está mi mamá! ¡No está mi mamá! Bajan los hermanos y certifican la ausencia de
mamá en el féretro ¡Dónde está mi
mamá¡ ¡Dónde está mi mamá¡ ¡ Quién se lo
ha llevado! Se escucha voces airadas. Se creó un caos y desconcierto en la casa
ante el estupor de todos. Nadie de los que habían quedado sentados en las
bancas de la sala había visto manipular el féretro. Todos los dolientes estaban atónitos sin saber qué hacer en este caso (¿irían al Puesto y
denunciar mi madre difunta ha
desaparecido de su cajón? O, preguntar a los vecinos, de casa en casa ¿No ha visto a mi madre pasar por aquí?) El caso
es que la misma hija que dio aviso volvió a ver en el ataúd a la mamá y dijo ¡Ya llegó mamá!
¡Ya llegó mamá! Y se puso a llorar de la impresión
Luego, más calmados, ante
las disparatadas conjeturas sobre lo que
había pasado establecieron: O fue una colectiva falsa visión, porque todos habían visto el cajón vacío, o es
que, considerando la hora de la desaparición - la madre solía ir siempre a misa en la parroquia - esa mañana no fue la excepción.
Estuvo ausente 15 minutos.
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