miércoles, 30 de octubre de 2013

El Hermano Pablo

“Era un día de fiesta cuando mi hermano menor murió de meningitis. Aquel día, el más amargo de mi vida, el pueblo de San Juan de Puerto Rico, bailaba y cantaba en las calles, mientras nosotros buscábamos un carpintero para que confeccione la caja mortuoria.
No teníamos dinero y el carpintero estaba de fiesta. Entonces fue que mi padre, con mi ayuda, hizo de muebles viejos un cajón de muerto y metimos en el a nuestro hermanito.
¿Moraleja? Al día siguiente, yo que era un muchacho libertino juré servir  a la causa de  Dios para que nunca más haya un muertito que busca entre risas ajenas su propio catafalco”.


El Hermano Pablo (ya fallecido) cuando respondió a una pregunta sobre el origen de su vocación cristiana.
Aquí en el Perú tenemos un imitador del hermano Pablo:

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