¿Qué te parece la casa nueva? imaginaba preguntar mientras tomaba
sus manitas y la llevaba por la sala del primer piso, y en la cocina,
nos detuvimos y agregué: Pequeña niña, tus manitas lindas aderezaran aquí nuestras
comidas; y yo estaré pendiente regresar
pronto del trabajo para merendar juntos.
A ella, imaginé, le brilló sus ojos que empañó la sombra de sus párpados.
Luego seguimos los demás cuartos, faltando aun los acabados.
En el patio intermedio de la primera planta, le dije: Aquí lavarás los ajuares de nuestro primer bebé,
haciendo una pantomima sobre invencible lavadora. Ella sonrió un tanto, abrió su boquita de grana dejando ver sus
dientes blancos y bien formados…y no
dejaba de sonreír.
Sobre el
cuarto del fondo, a la derecha, el de costura, dije:
Aquí, además, pondré un televisor en la cómoda (estiré
los brazos desnudos dándole forma rectangular,
y agregué:)y la mujercita mía mirará sus novelas en la tarde.
-¡A mi no me gusta las novelas! me advirtió tajante
-Apilaré, entonces,
un estante de libros selectos que, harto, tengo en mi casa vieja. Y
algunas veladas recitaremos juntos poemas de Neruda, Verlaine… Ella calló, no dijo nada y no me
percaté ese silencio.
Mientras abría
el marco de aluminio de la ventana, Dije: Perfume de rosas plantaré en este
jardín e inhalaras,(la tras-casa lindaba con la pared del lote vecino)
Al fondo, a la izquierda, había una puerta cerrada.
-¿ Y este cuarto cerrado, a qué está destinado?
Preguntó.
Era la alcoba.
No dije nada. Solo sonreí, ella
entendió. E inmediato apretó mis manos
con la suya.
Todo esas imágenes, imaginé, acaecería cuando la llevara a la casa nueva
No fue inmediato, cuando me casé demoré algunos años
construirla pero cuando lo terminé y la llevé, ella, fruncida las cejas dijo:
- ¡Oye! ¡¿porque
te dejas engañar?! Se ha despegado un
paño del parquet de mi cuarto ¡Para nada
vales!