jueves, 31 de enero de 2013

¡Mi dinero!


¡Mi dinero!
Lo conservo cuidadosamente, y en vez de derrocharlo lo convierto en barra fundida
El dinero es mi espada y es también mi escudo
¡Dárselo a mis enemigos, a mis peores enemigos, sería una locura!
Entre los hombres  equivale obrar así:
A  transformar la felicidad en infortunio
Pues, mis amigos se apresuraran  a comérselo y a bebérselo alegremente
Y no pensarán en dar limosna al necesitado
Por eso, hago bien ocultar mi dinero al perverso
Que no sabe compadecer los males de sus semejantes
Conservaré mi dinero
¡Desdichado el pobre que pide limosna lleno de sed!
Como el camello apartado del abrevadero durante cinco días
Su alma llega a ser más vil que la misma alma del perro
¡Oh! Desgraciado el hombre sin dinero y sin recursos
Aunque sea el más sabio de los sabios y su mérito resplandezca más que el sol

(De Las Mil y Una Noches, lástima que no leí antes cuando tenía mi tienda)

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