El genio de la pintura Leonardo de Vinci, llevó mucho tiempo pintando su famosa obra La Cena que realizó sobre una pared del refectorio de Santa María de las Gracias de la ciudad de Milán.
Después de algún tiempo ya había pintado todos los apóstoles pero quedaba un espacio en blanco que pertenecía a los rostros de Jesús y Judas
Para completar su obra trató de buscar el rostro de Jesús Se pasó un tiempo tratando de dibujar a lápiz el rostro de aquel Jesús que era hijo de dios y que había dicho: Yo soy la verdad y la vida, aprended de mi que soy manso y humilde de corazón
Un rostro que representara la dulzura, el amor, es decir el mas puro y lleno de virtudes
Cansado de buscar ese rostro se dedicó a buscarlo entre los hombres de esa ciudad y así pasó día y noche en busca de ese rostro
Un día lo encontró escuchando misa en una iglesia de la ciudad, cuando levantó la cabeza para ver un coro de jóvenes coristas que cantaba con mucha devoción con sus vestidos blancos
Parecían un grupo de ángeles pero lo que le llamó la atención fue uno de esos jóvenes que cantaba con gran amor, el joven se llamaba Pedro Bandinellil, sus facciones eran juveniles y puras que hacían que Leonardo lo comparara con Jesús
Después de 10 años de haber encontrado el rostro de Jesús comenzó a buscar el rostro de judas y si Jesús representaba la pureza, Judas, debería representar la degradación, la ambición, la traición, ya que había vendido a su maestro por la miseria de 30 monedas Pasó algún tiempo sin encontrar el rostro que buscaba con ansiedad
Un día que se dirigía a su casa cansado de tanto buscar, cruzó la plaza principal y entre la obscuridad alcanzó a distinguir una sombra recostado sobre una columna, se trataba de un borracho que pedía una limosna Cuando Leonardo se disponía a pasar de largo, un rayo hizo que le viera su cara, tenia el rostro endurecido por la bebida, luego , Leonardo, trazó su rostro para representar a Judas en el cuadro
Terminado el trabajo se dirigió al desdichado para obsequiarle unas monedas pero he aquí el motivo de su asombro y la causa de la experiencia que jamás olvidó
Aquel rostro endurecido pertenecía a Pedro Bandinelli, aquel joven de rostro puro y que había sido transformado por el vicio.
Leonardo llegó a la conclusión que el vicio era tan fuerte que podía transformar un hombre bueno en malo;
como lo había hecho, en ese momento, que había transformado a Jesús en Judas.
(Revista Labarthina, año 1963)
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