sábado, 19 de mayo de 2012

¡Que tal suerte de algunos!

Aquella mañana del sábado haciendo cola en el banco para hacer depósito de dinero , sin querer escuché la conversación que se suscitaba entre Anel, la empingorotada vecina de la cuadra y el joven de la ventanilla del banco que le explicaba:
 -Anelita, los sábados no se cancelan letras
- ¡Es que el lunes me va costar el protesto de la letra! reclamaba Anel
- Es que aquí hay un reglamento y se cumple: los sábados no se pagan letras y si trasgredo me botan ¿a dónde me voy ? preguntó
- A mi casa!, respondió, fresca, Anel, respuesta que revelaba cierta confianza con el joven empleado del banco -era  la primera ves que  veía,yo, aquél  joven- Se rió de la ocurrencia y repuesto dijo mordaz:
- Aunque así fuera ¿dónde trabajaría?
- En la tienda de mi papá, dijo la joven empingorotada
Ahora,se rieron ambos
Pasaron dos años  y me enteré que estaban pasando el parte de matrimonio de Anel a la vecindad
Por curiosidad fui a su tienda para saber quién era el afortunado, Anel administraba un negocio en constante auge, tenía dinero, herencia de su padre qué, además,  alquilaba varias tiendas comerciales de su propiedad
Y el empleadito de banco que vi cuando fui era administrador de la mejor tienda de Anel & Compañía
¡Que tal suerte de algunos! digo yo

No hay comentarios:

Publicar un comentario