Quise ser adonis del fisiculturismo aunque en mi familia nadie me animo a ello
Despertó tarde en mi ese entusiasmo gracias a un amigo que no le alcanzaba dinero
para llevar esa preparación en una academia, requisito para que ingresara a la policía
Le sufragué con tal de asistir, yo también a pesar de mis, casi, treinta años
Cuando me gustó las pesas juré en adelante no dejar de practicarlo hasta viejo
Ser adicto a las mancuernas, a la barra, a las pesas
No tanto para ahuyentar a pendencie ros que por cualquier cosa buscan bronca
sino para sentir oxigenado mis pulmones y dormir como angelito;
por adquirir proporcionalidad perfecta en todos mis músculos
Sin embargo, lo dejé después de solo tres meses de rutina
Supuse me había surgido una hernia en el abdomen inferior
Cada vez que iba del gimnasio se acentuaba la molestia
Cuando no iba, no.
Con los años de no practicar la flacidez volvió a mi cuerpo
Esa molestia era la vesícula inflamada y no una hernia
Me operaron, salí bien
e hice propósito de volver a ejercitar esa pasión dormida
Pero, entonces, empezaron problemas económicos en casa
Y no me pude dar ese gustillo por el gimnasio
Y así pasaron los años
Ahora viejo, a pesar que no me he caído, a pesar que no me han pegado
tengo artrosis a la tercera vertebra lumbar, inútil para hacer fuerza extrema
Sentenciado ver mi cuerpo desparramado salir por la pretina del cinturón
Me queda como único consuelo el recurso de escribir
Escribir, por ejemplo, todos esos juramentos de ser algo:
Un buen nadador en la pileta Un schwarznegger del fisiculturismo
Un corredor de footing Un buen ajedrecista quedaron solo en proyectos
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