Una niña de ocho años aproximado
juega con un yo-yo cerca a mi puerta
se parece a los que vendo en el balay
reparo y, es, de frente le acuso:
"¡Ajá, te los has tomado de mi tienda!"
La niña titubeó responder, azorada, dijo:
"Se lo iba devolver" y me lo entrega
Se iba, ¡detente! le exijo y le reprendo:
"No se toma las cosas, se pide,
a mi me puedes pillar pero recuerda:
- señalo el cuadro del Corazón de Jesús
que esta encima de la gruta-
a él no le puedes engañar, todo lo ve"
Y la niña se va abrumada, prometiendo
que otra vez no lo tomará
Regreso a mi mostrador y me da risa
la reconvención mediando a diosito
si yo no creo en esas cosas
A propósito ¿quien me dio ese cuadro?
Y asiento, presto: la gruta ,el santo
-del que llevaba el nombre mi tienda-
y el cuadro, fue obsequio de mi madre
"Tal vez, pienso, si me fui a la quiebra
fue la falta de fe en aquél
y haberle explotado cerca a veinte años
sin la debida consideración"
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