Iba de pasajero en un micro, quieto, por el atasco;
parado, yo también, en el congestionado vehículo
Así las cosas, vi a través de las ventanilla
en el carril izquierdo un station viejo,
varias señoras en los asientos
y sobre la parrilla varios hatos de flores;
el único hombre era el chófer que reía
de la chanza que le hacían las floristas,
casi todas viejas, venían del mayorista
e iban a ser desperdigadas en varios puntos
de la Gran Lima que no le falta qué festejar
Por la bocera de los hatos veía:
azucena para la inmaculada novia
hermosos gladíolos y majestuosos,
pequeñas margaritas; imponente magnolia
orquídeas para alguna promoción,
claveles para los bouquets
hasta sentí llegar el perfume al salón del bus
En fin, flores para todos los gustos
y, sobre todo, la reina de las flores: rosas;
y, repentinamente, pensé en ella
y el vuelo de mi pensar voló a otra vega.
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