De
niña jugaba yases, mundo, lingo
o
se tocaban las manos con sus amigas
al
son de el estribillo:
Debajo
del puente
hay una serpiente,
verdad que sí,
tilín , tilín,
verdad que no,
tolón tolón,
si te mueves o te ríes
te daré un pellizcón.
Adolescente,
entre amigas
quería
formar un trío como Pandora
bailar
cantar y ganar mucho dinero…
Y
pronto notó que deprisa se le llenaba los años
se
le llenaba el caudal
las
piernas y el perchero,
al cruzar
la calle soberbia era
qué,
recibía silbidos de apretura
Aun
no quería acoger al vulgar vecino
buscaba
algo mejor
pero
la suerte poco le ayudaba
Y dábase
cuenta,
ella,
como muchas,
aluviones
de mozas
bajaban
de los cerros
a
la gran ciudad
en
busca de una estrella
cuando
para ésta
no
hay bajar sino subir…
espiritualmente
La competencia
era firme
y
en el fragor temió
quedarse
en orfandad, sin amor;
entonces
volvió la mirada al desdeñado
al
vecino, al obrero de construcción
Y se
volvió remilgosa
femme
fatale
caprichosa
-compensación
al
mal menor que escogía-
Pero
ora, mujer, esposa y madre
con
hijos
hay
un eslabón perdido
(específico)
que no vislumbro bien:
¿Cuándo
se volvió madre adorable
estampita de cielo
digna
de colocarla en un escapulario?
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