Almorzaba
en una fonda de mala muerte
desnivelada
mesa y banco largo
inclinando
mi tazón de loza
Asimilando
la sobra del caldillo
cuando
por atrás alguien me abraza
inclina
su mejilla casi rozándome
y
al punto me pregunta:
¡Señor
Erik Berto, cómo va la barriga!
(Debería
molestarme a la impertinencia
pero
el efluvio de su buen olor
aunado
a su voz dulce que acaricia
me agrada
y bromeándole respondo:
-Me
está creciendo como un buda
-¡Es
que usted come apurado!, dice ella
Lo
estado observando señor Erik Berto
Tiene
que masticar diez veces antes de pasar
Y me
da otros consejos más y se va
Así
como vino desaparece de mi sueño
Ya,
despierto, de camino a mi terapia
trato
adivinar quién era esa joven mujer
que
sabia mi nombre que sabía mi queja
auscultaba
desde la portada de mi casa
hasta
el instituto de terapia quién era
Incluso
en el restaurant observaba
las
mozuelas donde desayunaba
y con
nadie su trato amable coincidía
Y he
estado preguntando quién era
dónde
la he visto y no la ubicaba
A
la sala de rehabilitación he llegado
y
me topo en con la chica de mi sueño
había
sido la terapista de mi escoliosis
la
nueva, la que hacía breve pasantía;
Después
de un rato que me atendía
le revelé
el asunto de mi sueño:
lento
y macizo a la pared desnuda
y
de ésta mi fiel confesión le rebotaba
¡Ay
señor Erik Berto!, dijo casi llorando
Yo también
he tenido sueño parecido
y
siempre lo tengo haciendo masajes
pero
a mi padre que no he conocido
Yo también
necesito ese cariño, todos,
tenemos
nuestras propias soledades.
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