viernes, 20 de marzo de 2015

La terapista



Almorzaba en una fonda de mala muerte
desnivelada mesa y banco largo
inclinando mi tazón de loza
Asimilando la sobra del caldillo
cuando por atrás alguien me abraza
inclina su mejilla casi rozándome
y al punto me pregunta:
¡Señor Erik Berto, cómo va la barriga!

(Debería molestarme a la impertinencia
pero el efluvio de su buen olor
aunado a su voz dulce que acaricia
me agrada y bromeándole respondo:

-Me está creciendo  como un buda

-¡Es que usted come apurado!, dice ella
Lo estado observando señor Erik Berto
Tiene que masticar diez veces antes de pasar

Y me da otros consejos más y se va
Así como vino desaparece de mi sueño

Ya, despierto, de camino a mi terapia
trato adivinar quién era esa joven mujer
que sabia mi nombre que sabía mi queja
auscultaba desde la portada de mi casa
hasta el instituto de terapia quién era

Incluso en el restaurant observaba
las mozuelas donde desayunaba
y con nadie su trato amable coincidía
Y he estado preguntando quién era
dónde la he visto y no la ubicaba

A la sala de rehabilitación he llegado
y me topo en con la chica de mi sueño
había sido la terapista  de mi escoliosis
la nueva, la que hacía breve pasantía;

Después de un rato que me atendía
le revelé el asunto de mi sueño:
lento y macizo  a la pared desnuda
y de ésta mi fiel confesión le rebotaba

¡Ay señor Erik Berto!, dijo casi llorando
Yo también he tenido sueño parecido
y siempre lo tengo haciendo masajes
pero a mi padre que no he conocido
Yo también necesito ese cariño, todos,
tenemos nuestras propias soledades.

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