domingo, 8 de marzo de 2015

Mi querido salvavidas



 -¿Qué pasa, por que no puedo avanzar?, pensó Willy , el salvavidas, mientras era arrastrado por las aguas hacia donde se oculta el sol todos los días.
Imaginó que se trataría de un rescate sin contratiempos.. Se sostuvo fuertemente al cuerpo menudito de Martin que se dejaba llevar por la corriente. Cuando Willy intentó salir  caminado de las aguas sintió como si dos tenazas lo apretaran de la cintura, dejándolo inmóvil.
 El mar empezaba a endemoniarse  en el  balneario de Asia. Era una mañana del 27 de enero del 2008
..Sus cuerpos soportaban el combate de las olas

Willy le pedía que fuera valiente el niño, que no dejara que sus brazos se soltaran de su cuello. Las embravecidas olas no daban tregua.  Todos ya pensaban lo peor.
Media hora luchó Willy contra el destino
Media hora de incertidumbre vio la familia de Martin observando como el  héroe de traje amarillo y rojo no se doblegaba ante el infortunio
Cuando llegó la moto acuática a rescatarlos, Willy se subió y decidió  manejar la  nave. Delante de  él estaba sentado aquel pequeño que miraba confundido y mojado, a lo lejos, la casa de playa de sus abuelos, nuevamente.

Hoy, Martin armas Llosa tiene 14 años, vive en Santiago de Chile y viene al Perú cada verano  para cumplir con un impulso  que le nace del corazón.
 Lo primero que hace Martin ni bien baja del avión es pensar en el saludo que le dará a su querido amigo salvavidas. Cuando llega a la casa de  playa de sus abuelos, en el balneario  de Asia, busca al superior PNP Willy Centeno Figueroa. Sabe que aun está allí vigilando que otros niños,  como era el, no sean tragados por el capricho del mar del sur de Lima.

-¿Cómo has estado, muchacho?, dice Willy cuando lo tiene nuevamente cerca

En ese momento se abrazan, cierran los ojos y dejan que el tiempo se detenga por un rato. Tratan de que el recuerdo no los invada, pero es inevitable. De los ojos de suboficial se liberan unas lágrimas que se confunde con la enorme sonrisa que se dibuja en su rostro. Willy llora de felicidad: aun tiene la suerte de ver a su nuevo “hijo” un año más.
Martin  ya lo ha pasado de tamaño. Mide 1:74 y el agente bromea
al decir  que, de ocurrir nuevamente la emergencia, hoy  se invertirían los papeles.

Crónica de La República

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