miércoles, 18 de marzo de 2015

La llama y el diluvio



En tiempos antiguos una llama
sabiendo que el mundo estaba por acabar
no comía no rumiaba no se le entendía
Su dueño, entonces, molesto estaba
A pesar que la adornaba
con borlas de colores
prendida a sus orejas,
a pesar, que le reservaba
el mejor pasto de las alturas
no comía no rumiaba no se le entendía

Se volvió demasiado sumisa y mansa
más de lo acostumbrado
A veces  silbaba  y  escupía a su amo
para que le pusiera atención
y un día la llama le habló, y le dijo:

Dentro de poco lloverá tanto
que el mar desbordará
y el mundo se acabará

Su dueño asustado por partida doble:
que su llama de dientes grandes le hablara
y por la extinción  que anunciaba
¿Por qué no creerle?, se solidarizaba
¿Acaso común es oír a una llama predecir?

Y atento a la fisura de su labio inferior
porfió preguntar: ¿Cómo nos salvaremos?
La llama piadosa de su amo aconsejó:

¡Vamos al cerro Hullcacoto
lleva comida para cinco días!

El amo y la llama subieron al cerro
ascensión fácil para el animal
que tenía un cojinete plantar en los pies

Pero ¡oh sorpresa!
la pequeña cima estaba ocupada
por una majada de llamas con sus respectivos amos


Entonces llegó el aguacero
llovió tanto  como se predijo
y el mar se desbordó
pero la cima del Hullcacoto no se cubrió

Luego el agua aminoró  y comenzó a descender
y vieron exterminado  todo ser viviente.
                          
                   *
Pero con el correr del tiempo
los seres humanos se multiplicaron
y la cima de Hullcacoto  volvió a estar desnuda
sin romería que le agradecieran
haber salvado la humanidad

Y el cerro bramaba la indiferencia
y además  molesto, ahora, estaba:
sus llamas disminuían su hábitat
las mataban para beneficiarlas
o se las llevaban como adorno a lares distintos

Y amenazaba: Cuando la última llama no la viera
su cima, ahora si, de agua se cubriría.


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