En
tiempos antiguos una llama
sabiendo
que el mundo estaba por acabar
no
comía no rumiaba no se le entendía
Su
dueño, entonces, molesto estaba
A
pesar que la adornaba
con
borlas de colores
prendida
a sus orejas,
a
pesar, que le reservaba
el
mejor pasto de las alturas
no
comía no rumiaba no se le entendía
Se
volvió demasiado sumisa y mansa
más
de lo acostumbrado
A veces
silbaba y escupía
a su amo
para
que le pusiera atención
y
un día la llama le habló, y le dijo:
Dentro de poco lloverá tanto
que el mar desbordará
y el mundo se acabará
Su dueño
asustado por partida doble:
que
su llama de dientes grandes le hablara
y
por la extinción que anunciaba
¿Por
qué no creerle?, se solidarizaba
¿Acaso
común es oír a una llama predecir?
Y
atento a la fisura de su labio inferior
porfió
preguntar: ¿Cómo nos salvaremos?
La
llama piadosa de su amo aconsejó:
¡Vamos al cerro Hullcacoto
lleva comida para cinco días!
El
amo y la llama subieron al cerro
ascensión
fácil para el animal
que
tenía un cojinete plantar en los pies
Pero
¡oh sorpresa!
la
pequeña cima estaba ocupada
por
una majada de llamas con sus respectivos amos
Entonces
llegó el aguacero
llovió
tanto como se predijo
y el
mar se desbordó
pero
la cima del Hullcacoto no se cubrió
Luego
el agua aminoró y comenzó a descender
y
vieron exterminado todo ser viviente.
*
Pero
con el correr del tiempo
los
seres humanos se multiplicaron
y
la cima de Hullcacoto volvió a estar
desnuda
sin
romería que le agradecieran
haber
salvado la humanidad
Y
el cerro bramaba la indiferencia
y además
molesto, ahora, estaba:
sus
llamas disminuían su hábitat
las
mataban para beneficiarlas
o se
las llevaban como adorno a lares distintos
Y amenazaba:
Cuando la última llama no la viera
su cima,
ahora si, de agua se cubriría.
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