Lo
último que vio Hwaen Ch’uqi fue el
reflejo del sol en la punta de un martillo que cogía su padre. Todo era verde a
su alrededor. Olía selva. De pronto, todo fue oscuridad. Sintió un fuerte dolor
de cabeza. Su padre lo había golpeado con la pesada herramienta.
Recuerda
que su madre lloraba desconsolada. Ella se armó de valor y detuvo a su padre.
Huyó de casa y lo dejó en un centro médico de la ciudad del Cuzco, luego pasó al orfanato, hogar transitorio de niños San José
del Cuzco Después de eso, desapareció para siempre. El se quedó solo. Con apena
dos años de edad. Era julio de 1977.
Durante
su adolescencia leyó en braille un artículo que contaba que durante los años
ochenta en algunas partes de la selva cuzqueña se practicaban sacrificio con
niños menos de dos años. Cree que eso pudo ser su caso.
Había
una enfermera que cuidaba de él. Es una pieza clave para la reconstrucción de
su historia. Ella vio a una mujer que se asomaba por una ventana y se quedaba
observándolo durante horas. Así se lo conto a Hwaen. Todos sospechan que pudo
ser su madre.
Al cumplir
cinco años Hwaen fue adoptado por una pareja
de estadounidenses y se mudó con ellos a Pensilvania. Su llegada a Estados Unidos
fue muy comentada.
Al
principio tuvo mucha atención de sus nuevos padres y empezó a llevar bien con
todos los integrantes de su familia. Al poco tiempo entró a un colegio público, donde era el único
alumno ciego. Fueron años muy duros. Hwaen al recordar esto entristece pero
luego se recompone y piensa que, gracias a esa experiencia, puedo madurar más
rápido.
Con
el pasar de los años la relación con su familia
fue deteriorándose. Hwaen tenía quince y empezó a notar que sus padres ya no
eran los mismos. Empezaron a pegarle. Solían encerrarlo horas en un cuarto, sin
comida.
Hasta
que un día, mientras lloraba, Hwaen se
tropezó con una pequeña cajita musical. Su llanto cesó inmediatamente y un largo
silencio se apoderó de él. Había quedado hipnotizado por la música. Lo que salía
de la cajita era una canción para niños llamada Hickory Dickory Dock
https://www.youtube.com/watch?v=10VIVJXZYsg
lleno de asombro, escuchó una y otra vez aquella melodía. Recuerda que cada vez
que la oía se ponía feliz. Así fue descubriendo, a solas en un cuarto oscuro, su
pasión por la música. Se convirtió en su compañera.
A
los pocos días del suceso de la cajita, una profesora de piano llamó a casa
preguntando por Hwaen , había leído su historia en el periódico y quería
enseñarle a tocar el piano. Hwaen aceptó
entusiasmado y empezó así su carrera musical. Llevó clases de piano durante
ocho años. Hasta que pudo crear sus propias melodías. A los dieciocho años ya
era reconocido por ser un gran
concertista.
Fue
invitado a tocar en el Tanglewood Music Center, uno de los festivales de música clásica con más prestigio del
mundo. Hizo historia. Fue el único pianista invitado tres veces consecutivas.
Luego llegaron los conciertos en Francia Japón Alemania Bulgaria Rusia, entre
otros….
http://www.bestrong-bcr.com/2014/11/la-luz-de-hwaen-chuqi.html
Actualmente
Hwaen Ch’uqi vive en Rochester, Nueva York y se dedica dar clases particulares
y conciertos. Pronto visitará el Perú. La
idea del cineasta que lo acompaña: hacer un documental sobre él y grabar la última
escena en el orfanato cuzqueño mientras
Hwaen Ch’uqi toca una pieza con el piano.
La música
le devolvió la vida, le dio coraje para no desfallecer. Ch’uqi significa metal
en quechua, y Hwaen el valiente
pianista, lo ha resistido todo, como le acero más duro.
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