viernes, 6 de marzo de 2015

Hwaen Ch’uqi el pianista valiente



 Lo último que vio  Hwaen Ch’uqi fue el reflejo del sol en la punta de un martillo que cogía su padre. Todo era verde a su alrededor. Olía selva. De pronto, todo fue oscuridad. Sintió un fuerte dolor de cabeza. Su padre lo había golpeado con la pesada herramienta.
Recuerda que su madre lloraba desconsolada. Ella se armó de valor y detuvo a su padre. Huyó de casa y lo dejó en un centro médico de la ciudad del Cuzco, luego pasó  al orfanato, hogar transitorio de niños San José del Cuzco Después de eso, desapareció para siempre. El se quedó solo. Con apena dos años de edad. Era julio de 1977.
Durante su adolescencia leyó en braille un artículo que contaba que durante los años ochenta en algunas partes de la selva cuzqueña se practicaban sacrificio con niños menos de dos años. Cree que eso pudo ser su caso.

Había una enfermera que cuidaba de él. Es una pieza clave para la reconstrucción de su historia. Ella vio a una mujer que se asomaba por una ventana y se quedaba observándolo durante horas. Así se lo conto a Hwaen. Todos sospechan que pudo ser su madre.
Al cumplir cinco años Hwaen  fue adoptado por una pareja de estadounidenses y se mudó con ellos a Pensilvania. Su llegada a Estados Unidos fue muy comentada.
Al principio tuvo mucha atención de sus nuevos padres y empezó a llevar bien con todos los integrantes de su familia. Al poco tiempo entró  a un colegio público, donde era el único alumno ciego. Fueron años muy duros. Hwaen al recordar esto entristece pero luego se recompone y piensa que, gracias a esa experiencia, puedo madurar más rápido.
Con el pasar de los años la relación con  su familia fue deteriorándose. Hwaen tenía quince y empezó a notar que sus padres ya no eran los mismos. Empezaron a pegarle. Solían encerrarlo horas en un cuarto, sin comida.
Hasta que un día, mientras lloraba, Hwaen  se tropezó con una pequeña cajita musical. Su llanto cesó inmediatamente y un largo silencio se apoderó de él. Había quedado hipnotizado por la música. Lo que salía de la cajita era una canción para niños llamada Hickory Dickory Dock 
 https://www.youtube.com/watch?v=10VIVJXZYsg
lleno de asombro, escuchó una y otra vez aquella melodía. Recuerda que cada vez que la oía se ponía feliz. Así fue descubriendo, a solas en un cuarto oscuro, su pasión por la música. Se convirtió en su compañera.
A los pocos días del suceso de la cajita, una profesora de piano llamó a casa preguntando por Hwaen , había leído su historia en el periódico y quería enseñarle a tocar el piano. Hwaen  aceptó entusiasmado y empezó así su carrera musical. Llevó clases de piano durante ocho años. Hasta que pudo crear sus propias melodías. A los dieciocho años ya era reconocido  por ser un gran concertista.
Fue invitado a tocar en el Tanglewood Music Center, uno de los festivales  de música clásica con más prestigio del mundo. Hizo historia. Fue el único pianista invitado tres veces consecutivas. Luego llegaron los conciertos en Francia Japón Alemania Bulgaria Rusia, entre otros….
 http://www.bestrong-bcr.com/2014/11/la-luz-de-hwaen-chuqi.html

Actualmente Hwaen Ch’uqi vive en Rochester, Nueva York y se dedica dar clases particulares y conciertos. Pronto visitará el Perú.  La idea del cineasta que lo acompaña: hacer un documental sobre él y grabar la última escena  en el orfanato cuzqueño mientras Hwaen Ch’uqi toca una pieza con el piano.

La música le devolvió la vida, le dio coraje para no desfallecer. Ch’uqi significa metal en quechua, y Hwaen  el valiente pianista, lo ha resistido todo, como le acero más duro.

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