miércoles, 25 de marzo de 2015

La loca Marina


La loca Marina solía escaparse
a media noche por la ventana
(era su cuarto pegado a la vereda)
y corría presurosa las dos cuadras
que la separaba a la avenida
donde un auto negro la esperaba
y enlazaba la noche sabe dios dónde

La loca Marina era devuelta
una línea antes del amanecer;
rara avis  del barrio era
En cuerpo espléndido de diva
encajonaba macizas piernas
-un metro ochenta de estatura-,
labios carnosos mirada traviesa
diferente al común de las vecinas

La loca Marina, pienso,
odiaba el barrio
No le escuché decir
ni a su hermano menor
que era mi compañero de aula
pero yo lo intuía, además,
se rumoreaba que iba a Miraflores
o pasaba las noches en Barranco

La loca Marina un día se dio de bruces
al encontrar la ventana enladrillada,
apenas, un filtro de luz como claraboya
Su madre, viuda,
aplicaba inyecciones a la vecindad
pronto le avisaron las escapadas
que optó por ello contratar un albañil

La loca Marina entonces un día
prefirió despedirse del barrio
franqueó la puerta y no volvió más.


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