sábado, 7 de marzo de 2015

Bicicletas



Aquellos rituales bicicleteros me alejaron mucho de mi hermano y mi padre decidió corregir aquella injustica. Sin embargo, como mi padre carecía de dinero, solo se le ocurrió comprar una bicicleta vieja al comandante Arróspide (la que había dejado de utilizar su hijo al tener una nueva y, por supuesto, de marca):

-Está tan vieja que si quieres te la regalo- le dijo a mi padre su compañero de trabajo.
-De ninguna manera –respondió mi padre, herido en su orgullo hasta la médula- quiero pagar por ella así que ponle un precio
Acordaron una cifra simbólica e innecesaria. Y así mi hermano tuvo una bicicleta viejísima, estropeada.
-Tu bici es mas vieja que el carro de tu viejo- empezó a decir Javier Garrido, un vecino del barrio.
-¡Calla conchatumadre!  –Defendía a mi hermano- tú no sabes ni sentarte bien en tu bicicleta
No le hagas caso a ninguno de estos huevones, ¿ya? tú maneja la bicicleta nomás, le decía mi hermano para que no se apocara. Lo cierto es que, ni bien llegaba a casa, yo también me burlaba de él y de esa bicicleta hasta el culo que le ha comprado el viejo para que todos nos agarren de punto.
 
Yo creo que nunca estuve de verdad con mi hermano menor y eso me apena mucho porque en aquellos tiempos él  me admiraba  y yo simplemente le daba la espalda.

Ahora él, que ya es médico y mejor persona que yo, de pronto llega a casa con una bicicleta nueva. Su primera bicicleta nueva recién a los 30 años. ¡Que buena está, le dije y lo abracé. Por un instante volvimos a ser niños: él había crecido con  un niño que siempre le reclamó al destino una bicicleta nueva. Sentí que él, de alguna manera, hizo las pases con su pasado.

Las noche que mi hermano tiene guardia en el hospital del seguro social, salgo a escondidas de casa y me paseo con su hermosa bicicleta. Disfruto y me sumerjo en la noche, las estrellas y las calles semivacías. Recuerdo. Me veo recordar. Con la bicicleta regreso, pedaleando, al barrio de mi infancia.
Anoche me descubrió. Llegue agotado a casa y me esperaba en la cocina con su uniforme albo y una media sonrisa en el rostro. Dijo:

-Y nunca te robaste el carro de mi papá porque era muy viejo ¿no es cierto?

Orlando Mazeyra Guillen


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