viernes, 3 de octubre de 2014

Para ser escritor (por Alonso Cueto, Feria del Libro, julio, 2014)


 

 Es una esquizofrenia vocacional: vivir en otro mundo mientras uno está trabajando.

Vivir mucho, leer mucho, escribir  mucho.

El escritor es un gran fingidor, incluso, finge el dolor que no siente.

Los sueños son historias que nos  contamos a nosotros mismos.

Cada persona en su vida debe escribir un libro cuando menos porque sería la historia de su vida.

Muchas veces es un oficio inútil.

No me explico qué fuerza hay o me incentiva cada mañana a levantarme con deseos de escribir.

Lo que pasa alrededor de uno  contribuye a lo que estoy escribiendo.

Muchos amigos vienen a  mí y me dicen: Mira, te cuento esto  para tu libro. Y muchas veces ni lo menciono pero a veces estoy sentado, solo, en un café y veo algo, oigo algo y eso lo escribo.

Escribir es entregar a cada personaje una parte de uno mismo.

Cuando me encuentro con alguien y le pregunto ¿Cómo estás? Y me responde: Bien, muy bien. Entonces, en silencio digo: ¡Hasta dentro de diez años! Pero cuando me responde: Más o menos. Quiere decir que está mal, entonces, hay ahí una historia.

Escribir es  recalar en un río donde un ángel abreva en una orilla y en la otra está un tigre.

Mis personajes son como quién  tiene sus hijos, ve por ellos hasta su mayoría  de edad y luego se independizan y hacen su vida propia.

Las armas del escritor es el dolor, el desconsuelo.

Una vez vino un amigo y me  preguntó: ¿Qué me aconseja, maestro, para escribir? Le respondí: Bueno, primero tengo que preguntarte por tu esposa, si te puede dar  tranquilidad mientras pierdes el tiempo todo el día escribiendo, sino te aconsejaría que te separes.

 

(Presentación en la feria de julio: La piel de un escritor de Alonso Cueto)

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