miércoles, 8 de octubre de 2014

Asalto al cerro Pariacaca


...Pero antes de dejar estas tierras el cura Francisco de Ávila emprendió una de sus acciones más osadas contra la herejía... A principios del año 1611  asaltó los santuarios de Xamuna y Pariacaca.
Ávila que iba a la cabeza de doscientos indios huarochiranos no para hasta dar con la enorme  caverna de Chutinhuaque donde el dios Pariacaca dormía. Destruyó los frescos y pinturas de color bermellón que representaban llamas preñadas y luego preguntó ¿Y dónde están la plata, los adornos y las vestimentas? Una vez recabadas éstas últimas hizo prender fuego a las momias llevándose todas las demás pertenencias de valor. Ni el frio que los tenía ateridos, ni la altura,  el cansancio, detuvieron aquel brutal ultraje. Destruyeron todo lo que había por destruir, dejaron sin peldaño los caminos, rompieron a mazazos las piedras, derribaron las almenas que coronaban los riscos. Enseguida se escuchó el ruido muy grande de un cañón que acabó con la entrada de la cueva, la cual fue mandada tapiar a piedra y lodo.
Casi inmediatamente se oyó otro estruendo. Algunos hielos  se desprendieron y un rumor sordo de la tierra aterrorizó a los naturales. Una avalancha de nieve cayó desde lo alto.
No dudo que Pariacaca, por ser tan célebre y universal, hiciera una postrera demostración de su poder.
Cuando los indios con Ávila llegaron de vuelta a la plaza  de Sunicancha comenzaron  las campana  a repicar enloquecidamente ¡Nan  Pariacaca, huañun ¡ ¡Ya murió Pariacaca , ya murió!

(Del libro: Dioses y Hombres de Huarochirí)

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