martes, 13 de mayo de 2014

El señor Mayta

Era un señor de aproximadamente setenta y cinco años de edad, suponía que era jubilado, infaltable con su terno verde  botella, camisa blanca pero ya no usaba corbata cuando visitaba asiduo los  mercados contiguos a su casa pero cuando iba por otros lugares, por el centro, por decir,  sacaba de un compartimento de su maletín, (agregado infaltable a su figura) la vejestoria corbata y lo ataba al cuello.
El y su maletín negro tipo James Bond eran inseparables Desde que lo conocí, siempre lo veía con el. Dentro llevaba su vida, todo lo que necesitaba para acicalarse, dinero para pagar y espacio para guardar  sus cachivaches.cachivaches. Por ejemplo, si extraía una navaja para mondar una manzana , ambas extraídas del maletín, lo colocaba en el mostrador  y ex profeso lo dejaba  abierto y decía: Ya que lo abrí, amigo Chendo ¿No quiere comprar un blusa para la señora? ¿O para la querida? Y maquinalmente le saltaba la risa enseñando dentro de su boca grande algunos pocos dientes amarillos y varias cavidades vacías de resignadas ausencias. Como estaba con la chispa agregaba: Oye mano, la muchachona que vi la otra vez  aquí… ah…cómo es…cuenta pues. ¿Es así -gesticulaba una faz crápula-  o estoy equivocado? Entraba en la zumba y la chacota que tenía que ser muy fino  para eludir y empujar la versa por otro lado Pero él aprovechaba la confianza para enseñar, esta vez, relojes casio de la frontera, colonia varón Pandy …Dirás Varón Dandy, le rectificaba. No, esa cochinada no vale, esta, Pandy, es importada.
Un día vino amargado y dijo, Disculpe don Chendo,  voy a utilizar su mostrador un cinco ¿se puede ?Apruebo. Dice, es que mi maleta está que revienta. Voy acomodarlo un rato. Es que un  tipo –gramputea- me pidió un par de zapatos y ahora dice que es zapato chino ¡Oiga Ud. cuando he vendido zapato chino¡ Muestra su enfado aunque  parece  fingido, lo que quiere, percibo, es descubrir las novedades que hay hoy en su maletín: una camisa Gino Paoli, un whisky escoses Oiga ¿no quiere un Old Parr? Me lo muestra ¿Sabes? Tu vecino me ha pedido  para ver con sus amigos el  partido Perú-Chile. ¡A las rocas…, que rico! Aflauta la boca ¿No quieres uno? repite Si quieres te doy ésta, al otro lo fauleo… Yo movía la cabeza.
 También salía de su maletín cocinas a gas, televisores, refrigeradoras… pero en catálogo. Decía que estaba amarrado con un tal  Mendoza, concesionario de Carsa,  a quien conocía muchos años y con quién trabajaba  en su época de joven y ambos eran vendedores de un distribuidora por La Victoria  pero el tal Mendoza, cuenta, se casó con la hija del distribuidor   y tuvo la gerencia y éxitos. Algunos nacen con estrella y otros estrellados, acusa. Pero –se consolaba  solo- Poco trabajo con artefactos, la comisión es baja, prefiero vender otras cosas por mi cuenta y beneficio, pero me sondeaba: Por  si acaso, si necesitas algún  artefacto para la casa, aquí estoy. Yo meneaba la cabeza.
Pero lo que no vendía era el maletín. Solía aparecer en mi tienda a eso de las diez u once de la mañana. Saludaba, antes, a todo el mundo en la cuadra, todos le conocían  como  el señor Mayta Se grajeaba la amistad fácilmente, bromeaba con todos, tenía la chispa en la mirada y la lengua le farfullaba rápido. Cuando quería  enamorar a una joven damisela le floreaba en décimas aprendidas sentado en un banco  que le prestaba y se colocaba frente a mi tienda ¡Ah los riñones, me joden la vida!, sino estaría correteando esas mozas hasta conquistarlas, decía, al devolverme el banco.  Un poco más de las once al ver infructuosa la ocasión para vender porque en la vereda abría su maletín so pretexto que  lo arreglaba, solía decir: ¡Bueno, este señor se va! Pero antes a alguno de sus conocidos, los ambulantes que estaban frente a mi tienda, les ofrecía en concesión alguna prenda de su maletín, nadie le compraba.
Yo veía que nada vendía  Alguna vez  le oía Te lo dejo hermano, no me des nada, la otra semana  vengo  y me das alguito No soy exigente, decía para animar al vecino. Entonces por conmiseración  alguna vez por conmiseración alguno le compraba, entonces,  venia feliz a mi lado y decía: Con vender un par de medias al día me doy por satisfecho.
Creo que se le veía a diario para que digamos nosotros  los vendedores de la cuadra  menores en edad que él: Mira,  Mayta a su edad aun hace algo por la vida . Seguramente, igual, al salir de su casa, deducía yo, también los vecinos  que no tenían trabajo se impresionaban con que el señor Mayta a sus años conservaba un trabajo.
Sus hijos estaban fuera del país, le oí alguna vez, y  quedose con su mujer reumática , hecho esto que lo sabía todo el mundo porque a todos  lo contaba  Algunas señoras se apiadaban de él y le compraban, de pena, una bombacha, o le regalaban, si eran abarroteras, un poco de azúcar o arroz y,  algunos panes ,si estaba contando sus pesares en la contigua  panadería  Después volvía y decía: Oye mano, sabías que la panadería  lo quieren traspasar? ¿Por qué  no lo negocias y agrandas tu tienda? ¿Y tendría que darte tu comisión? Le seguía la corriente, entonces  a Mayta  sus ojos le brillaban y sus bigotes canos se erguían. Yo ni hablar, le rompí el hechizo, porque a duras penas estoy con lo mío.
 Por el señor Mayta me enteré también que El  chinito de la fonda  de la esquina ya no estaba en su local, estaba hospitalizado y  trabajaba sola su mujer,  y en cualquier   día ,también, quiebra el negocio,decía. También me contó los entretelones de la balacera que se había oído unos días antes que remozaran los alrededores  del emporio Gamarra  Contó que habían baleado al presidente de la asociación de ambulantes de Gamarra bajando la escaleras del local de asamblea, cerca a mi tienda; le llamaron por la espalda y le preguntaron ¿ Usted es el señor  tal? El dirigente dijo Si, y ahí mismo, le dieron tres balazos, matándolo. También por Mayta me enteré cómo entraron a robar dentro del mercado, atrás de mi tienda, a un locatario importador de canela y especias   con arma en mano  y se llevaron  buena cantidad de  dinero y todos los vecinos ni la tos. De todo estaba al día el señor Mayta.
Yo no le compraba nada porque  intuía que sus productos lo compraba en Tacora por donde él cerca vivía. Tacora era el mercado de pulgas más grande del Perú, ahí se encontraba, dicen, hasta armamento de guerra en desuso del ejército.  Pero yo, si le escuchaba y eso le gustaba Mi negocio ya estaba de capa caída y lo que sobraba era  tiempo y conversaba con sujetos como el señor Mayta que me disipaban mis propias preocupaciones.  Un día de lo más alegre  estaba y arreglaba  su maletín  los pocos víveres que había conseguido y  dijo para sí en voz alta. En mi casa somos dos  y un gato, y se río de su ocurrencia Dos y un gato, repitió la frase y la risa hasta que las lágrima le afloraron, sacó su pañuelo y  moqueaba. Pensé que era de la risa, o tal vez si, pero ahora era lágrimas  de aflicción: conjunción de lagrimas de diferente procedencia: le resbalaban por la mejilla y dijo entrecortado: Triste es mi suerte,  lo poco que gano es para mi mujer y falta el dinero Pobrecita mi mujer, ella es como una niña, tengo que bañarla, tengo que prepararle su comida, sufre de arteriosclerosis múltiple ¿que será de ella si me muero?
Yo, para cambiarle su estado, tomaba  el periódico y  leía la portada en voz alta: Fujimori  postulará por tercera vez a la presidencia… ¡Y que tal cambio en el señor Mayta! Me cortaba  y decía ¡Ese chino concha su mare quiere repetir el plato! ¿Para qué? ¿Para qué, don Chendo? Y él mismo  respondía: Para tapar, de ganar, toda la cochinada que ha tramado con Montesinos ¡Y va ganar, y  va ganar! Se lamentaba y preguntaba ¿Por qué? Y  volvía a responder ¡Porque el pueblo es imbécil! No se da cuenta, no lee, con una escuelita y una posta médica que construye  en un asentamiento humano los convence Ese chino de mierda  apunta en los lugares más pobres porque sabe que ahí está la mayor cantidad de votos…
¿Porqué le tienes tanta cólera al chino?, le pregunto. ¡Ese concha su mare  me quiere quitar mi casa!, no solo a mí sino a todos los locatarios del corralón (Mayta vive  cerca de la avenida Grau, a espadas de la facultad de Odontología de San Marcos)¿ Pero tú tienes  titulo de propiedad?,  pregunto. No, no nos quieren dar (FONAVI) porque somos  veinte familias, no significamos nada  pero tenemos posesión más de cincuenta años. Pero nos van a sacar...( La propiedad es de la Universidad de San Marcos, lo dijo otra vez; y como hoy los predios se han cotizado es común ver  desalojos de los ocupantes en el centro de Lima, mayormente, donde casonas de antiguos dueños  lo dejaron y se revirtió a la Beneficencia de Lima y otras instituciones públicas, pero  los que lo ocupan no tienen título a pesar de decenas de años de posesión y  que éstos pagan un  mísero alquiler  y, a cambio, la municipalidad no les provee suministros adecuados y espera que  un temblor tumbe las paredes de adobe  y, solo así, reubicarlos lejos del centro de Lima  y el municipio, solo así, recuperara  el predio para el ornato u otro fin.  Yo sé eso pero no le comento Le dejo a Mayta que apague su furia invitándole una vaso de gaseosa)
Luego que se le pasaba el efluvio se iba calmando y se quedaba  petrificado con la mirada perdida y luego reaccionaba: Al menos confieso que he vivido, dice, antes la vida era mejor íbamos -con su mujer se refiere- al club de tiro del ministerio de educación en  carnavales y la pasábamos bien Se reconfortaba con  la mirada perdida en el pasado, luego reaccionaba: Algo he vivido, algo…
 El señor Mayta con sus años largos como su figura conocía la evolución de toda la zona perimétrica donde yo y muchos vecinos laboráramos, sabía  cómo eran los negocios de antes en esta zona de las primeras cuadras de la avenida Aviación, cuenta, Había hermosas tiendas, magníficos restaurantes, después de la calle Capón, en el centro,  para festejar algún onomástico era común que vinieran a pasar un buen rato aquí en estas primeras cuadras  ¡Ah, esos tiempo! Ahora todo es deprimente. También conoce los garitos de mala muerte,  calles y plazuelas que se iban renovando y otras que se iban descascarando las losetas. Contaba como el mercado de abastos de más grande del Perú, de tres hectáreas  antes era un hacienda conocida como  recreo  La Victoria , propiedad de  la viuda del presidente Echenique y su nombre de pila era Victoria; compró todas estas chacras  y los días domingos solían acondicionarlo  como  recreamiento campestre para la mejor gente de Lima  para que pasaran la tarde comiendo platos especiales , bebiendo y hasta bailando  congorito, polka , panalivio,  hasta  minué con las damas limeñas que venían en calesas. El mercado actual conocido como La Parada, seguía contando, provino, primero, de los alrededores de Cinco Esquinas, Barrios Altos, lugar donde era el paradero de los tranvías que venían del Callao ; donde, también era la estación las acémilas y caballerías que venían de la sierra del centro, ahí se le  descargaba  las alforjas  de pan llevar y luego sus dueños le mandaban retozar a las mulas  a los campos de los Barbones pegado al cerro…
(Justamente, donde muchos años después, mi padre se asentaría a vivir en la ladera del cerro de los agustinos -los barbones pertenecían a esa cofradía-)
 Luego, el mercado bajó a Albaquitas a la altura de la puerta de emergencia del hospital Dos de Mayo y recién en el año 1949 se inauguró el Mercado Mayorista, La Parada, tardó en poblarse el mercado porque era grande para ese tiempo ahora, ve usted, está superpoblado
Y al relato acompañaba con una foto sepia que sacaba de su bendito maletín donde se le ve a un Mayta joven con su madre en el parque frente al hospital bajo las palmeras y detrás del cine Alameda.  Pero cada vez que abría su maleta decía ¿no me quieres comprar algo? Yo no aceptaba. Tamborileaba la mesa mirando la resolana en la puerta y mascullaba .  Después del almuerzo una siestecita, en la tarde, luego un poco de  televisión y a eso de las cinco salgo un rato a tomar el fresco y cuchichear  con la vecindad… sabes… nos van a botar, eso me preocupa…luego de dar gusto a la lengua…se acabó el día, un día más…¡oiga! pero en la noche no puedo dormir, es decir me levanto temprano  a las tres de la madrugada, ya no puedo dormir, esto del desalojo me tiene preocupado, no sé que será de mi , de mi mujercita, a dónde la  llevaré,  tullida como está… Quiero carajo –se volvía a deprimir y yo con la mirada buscaba otra gaseosa- de una vez por todas que se acabe esta vida… por ratos digo así…  no puedo ver ni televisión porque la bulla le molesta a mi mujercita , no puedo leer en la noche ni un periódico porque la luz le molesta… ni levantarme quiero por el frio que  hace de madrugada y ¡oiga! en la cama no se puede estar sin sueño,  uno se revuelca y se sufre   pensando cojudesas, es feo llegar a  viejo, no te lo recomiendo…Me mira, ve mis patillas que le empiezan las canas y se ríe , se da cuenta pero no sabe decirlo que llegar a viejo o  no, no  necesita escoger el destino ni se permite recomendaciones para eludirlo, a todos les llega. Pero lo proferido le cambia el ánimo y se ríe, es suficiente un atisbo de ingenio para matarse de risa. Pienso yo que es su válvula, gratis, de escape antes que tomarse un ansiolítico de la farmacia. Saca su pañuelo y se seca lágrimas y mocos
Continúa: Aun así me levanto, me abrigo bien,  me pongo limpiar la vajilla de la vitrina, las copas… para qué, digo a veces, si nadie viene a visitarnos… y para no apenarme me pongo a jugar solitario mientras hago hervir los fríjoles porque se  demoran cocer;  yo tengo un secreto, los lavo bien,  hago hervir el agua y meto los frijoles y apago la cocina para no gastar gas,  luego abrigo la olla con una manta y así los dejo… así los he dejado anoche, esta madrugada… Entonces, el señor Mayta repara la hora ¡Once y media! ¡Carajo, cómo ha pasado el tiempo! Tengo que ir a cocinar para la vieja y mi gato Mi mujercita no puede agarrar agua fría. Bueno, este hombre se va  ¡Ah! Para  terminar la receta: llego a casa, prendo la cocina y rápido se cose los frijoles ¡Chau Chendo! Me voy como una bala…

Cuando se iba me ponía a pensar en mi vida de viejo ¿va ser igual? Creo que si la juventud se explayan largo las destinos, en la vejez se unen, se  parecen todos los viejos uno a otro con sus males Pero este señor Mayta ha sacado de su caja de pandora todas las hierbas por haber, pero nunca un libro, un cuaderno de notas Mi vejez se circunscribirá, pensaba,  cuando no pueda dormir me levantaré pero no para jugar solitario sino para leer y escribir hasta que la vista y el pulso aguante.



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