El nieto de Aniceta le ha pedido, encarecidamente, que
por ser su cumpleaños, mañana, le consiga un blackberry y no quiere otra cosa.
Aniceta, va al cementerio a quejarse a su hijo muerto
hace un año ¿Qué puedohacer?,pregunta,
la vida no es fácil sin ti ,al menos, tú solucionabas los problemas ¿
Por qué has abandonado a tu madre sola?
Ahora Michael quiere el bendito BlackBerry¿Qué hago?
Entonces, tras la cortinaje de plantas oye Aniceta un lamento en la plataforma contigua del camposanto y ve
entre el ramaje a un hombre joven
y parecido que se lamenta hondamente la
pérdida de su joven mujer. Ahora está en
cuclillas, gacha la cabeza tratando besar la lápida que cubre la sepultura y con sus manos mesa su cabello y se lamenta copiosamente y entrecortadamente
gime y dice: ¡No quiero vivir sin ti, no puedo vivir sin ti!
Aniceta ve también un Blackberry sobre el césped.El
hombre está solo, le da la espalda a
ella , está claro, es hombre de negocios
y el Blackberry está casi sobre sus talones, su periódico al otro lado.
Por un momento Aniceta tiene solucionado el regalo de
su nieto, solo hay que jalar el aparato para
lo cual tiene que agacharse y extender
el brazo, pero antes mira el escenario donde
está, hay otras visitas pero están lejos.
¡Quiero morirme!Repite la plañidera voz
¡Muérete de una vez! Remeda Aniceta y se queda perpleja
de lo que dice y de lo que quiere hacer y vuelve a la sepultura de su hijo y
pide perdón por esa aciaga idea de hurtar.
Su nuera se fue a otro país, tiene otro compromiso, más
hijos, inútil es pensar en ella, está
jodida. Entonces reza varios padrenuestros y diez avemarías y se despide de su
hijo. Ya veré lo que hago, dice. Pero en vez de tomar el sendero fácil a su
salida toma la otra vía que da a la otra plataforma donde
está el joven doliente y ve que, ahora,
se ha echado junto a su muerta , parece que estuviera diciéndole algo al oído, o se ha
quedado dormido ¿No le habrá dado una
ataque? Pregunta Aniceta. No, porque él joven
recoge una pierna, suspira Aniceta. Ahora
ve que está sentado, entonces Aniceta se sienta en una banca, bajo la sombra de
un ciprés y espera que aquél se olvide recoger
el Blackberry y apostrofa:
Encontrar algo olvidado en el piso no es delito.
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