jueves, 29 de mayo de 2014

El BlackBerry /cuento


El nieto de Aniceta le ha pedido, encarecidamente, que por ser su cumpleaños, mañana, le consiga un blackberry y no quiere otra cosa.
Aniceta, va al cementerio a quejarse a su hijo muerto hace un año ¿Qué puedohacer?,pregunta,  la vida no es fácil sin ti ,al menos, tú solucionabas los problemas ¿ Por qué  has abandonado a tu madre sola? Ahora Michael quiere el bendito BlackBerry¿Qué hago?
Entonces, tras la cortinaje de plantas  oye Aniceta un lamento en la  plataforma contigua del camposanto   y ve  entre el ramaje  a un hombre joven y parecido que se lamenta hondamente  la pérdida  de su joven mujer. Ahora está en cuclillas,   gacha la cabeza tratando besar la lápida  que cubre la sepultura y con  sus manos  mesa su cabello y se lamenta copiosamente y entrecortadamente gime y dice: ¡No quiero vivir sin ti, no puedo vivir sin ti!
Aniceta ve también un Blackberry sobre el césped.El hombre  está solo, le da la espalda a ella , está claro, es  hombre de negocios y el Blackberry está casi sobre sus talones, su periódico  al otro lado.
Por un momento Aniceta tiene solucionado el regalo de su nieto, solo hay que  jalar el aparato para lo cual  tiene que agacharse y extender el brazo, pero antes mira  el escenario donde está,  hay otras visitas pero están lejos.
¡Quiero morirme!Repite la plañidera voz
¡Muérete de una vez! Remeda Aniceta y se queda perpleja de lo que dice y de lo que quiere hacer y vuelve a la sepultura de su hijo y pide perdón por esa aciaga idea de hurtar.
Su nuera se fue a otro país, tiene otro compromiso, más hijos,  inútil es pensar en ella, está jodida. Entonces reza varios padrenuestros y diez avemarías y se despide de su hijo. Ya veré lo que hago, dice. Pero en vez de tomar el sendero fácil a su salida toma la otra vía que da a la otra plataforma donde está el joven doliente y ve  que, ahora, se ha echado junto a su muerta , parece que  estuviera diciéndole algo al oído, o se ha quedado dormido   ¿No le habrá dado una ataque?  Pregunta Aniceta. No, porque él joven recoge una pierna, suspira Aniceta.  Ahora ve que está sentado, entonces Aniceta se sienta en una banca, bajo la sombra de un ciprés y espera  que aquél se olvide recoger el Blackberry y apostrofa:

Encontrar algo olvidado en el piso no es delito.

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