viernes, 23 de mayo de 2014

El muñeco del ventrílocuo


No se porque acudió a mi sueño anoche el muñeco del ventrílocuo que hablaba por su cuenta, tal vez seria, porque vi por televisión un capitulo de la comedia Two and half men donde  Charlie Harper quería deshacer el muñeco que su hermano Alan se aficionaba por agradar, éste, a una de las amigas de su hermano; y la mente en el viaje de recoger en vez de rebobinar lo reciente sacó otro de los extramuros de la subconsciencia que no era comedia.

Cuando era niño si me portaba bien en la semana mi padre me daba cincuenta centavos para ir a la tele de don Poncho o del señor Paredes que eras los únicos vecinos que  tenían televisor  en la casa vieja del cerro.
El señor Paredes  electricista y técnico en sonido tenía habilitado su negocio en la entrada de la casa. Para entrar al recinto reservado para ver la tele había que cruzar  la  parafernalia  de tocadiscos y  pik up viejos que atiborraban estantes.    Luego estaba el comedor de la familia donde la señora  Paredes, ex profeso, en una mesita  colocaba compoteras de mazamorra morada  o vasitos de gelatina de fresa  que costaba otros cincuenta centavos; el tercer ambiente , al fondo , era la sala reservado para los tele filos,  cuarto  someramente largo donde resaltaban las imágenes en blanco y negro de la tele de ese tiempo. Había tres funciones como un cine cualquiera y el señor Paredes o  su hijo, que luego fue mi compañero de colegio, apagaba en cada intermezzo para renovar  espectadores.    Aquél que quería  seguir de largo tenía que abonar otros cincuenta centavos y las funciones eran en proporción al turno: matiné para dibujos animados (que se extraía de los únicos tres canales  que había en Lima en ese tiempo, Panamericana, Canal Cuatro y el Siete). Algún otro que quería ver algo diferente en matiné no podía, y viceversa. Vermuth   reservado para  juegos-concursos de  Pablo de Madalengoitia y Kiko Ledgard y alguna serie, en el turno de noche exclusivamente para mayores Solía verse en las bancas, sentados, jóvenes de ambos sexos amigando a la ternura del amor    … Y en el turno de noche series como  El Fugitivo, , Un Paso al Mas Allá o Dimensión Desconocida que es lo que vino a mi sueño anoche y reprodujo  uno de los capitulo de Un Paso al  Mas allá  el que protagonizaba un ventrílocuo que, luego de laborar  con su muñeco en un lujoso hotel de Las Vegas al volver, exhausto a su departamento, hace un balance negativo de su vida y reniega de su oficio, dice: ¿Ventrílocuo yo? ¡Carajo! Por la merced de un muñeco me dan trabajo sino no tendría cómo vivir. Luego toma el títere, lo zarandea y lo bota al mueble, entonces, el dummies con su sonrisa perenne, su chaqueta a cuadros, hirsuto cabello  y su monóculo roto  habla por su cuenta:
-Si te ha ido mal el día ¡qué culpa tengo yo para que  me trates así!
Esta escena en la tele me impresionó sobremanera mi alma de niño
Cuando volví a  casa esa noche, lotes arriba,   iba con un miedo interior que por primera vez me nacía Y no tenía un amigo en esa noche  con quien disiparlo.
Al costado de la casa de Paredes había un callejón oscuro donde apenas pasaban dos personas rozándose, tenía que cruzarlo para llegar a una calle transversal voltear a la izquierda un tramo y ahí empezar la escalera ascendente que llegaba directo hasta mi casa en subida.  Pero ¡oh sorpresa! Al costado del primer escalón sobre  montón de desmonte  vi un muñeco grande sin un brazo y sin una pierna y rápido relacioné con la película que había visto No quise continuar  Revolví mi paso asustado ahora hacia la transversal derecha, tres cuadras más allá  donde había otra escalera ascendente. Llegue asustado a mi casa.
Para remate la ventana de mi cuarto  donde estaba mi cama  daba directo al desmonte en el primer escalón donde estaba el muñeco roído y parecía que me miraba desde abajo Esa noche no pude dormí  Cualquier paso o murmullo de la calle me parecía  que el muñeco  me llamaba o me buscaba...

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