No se porque acudió a mi sueño anoche el muñeco del ventrílocuo que hablaba por su
cuenta, tal vez seria, porque vi por televisión un capitulo de la comedia Two and half men donde
Charlie Harper quería deshacer el muñeco que su hermano Alan se
aficionaba por agradar, éste, a una de las amigas de su hermano; y la mente en el
viaje de recoger en vez de rebobinar lo reciente sacó otro de los extramuros de
la subconsciencia que no era comedia.
Cuando era niño si me portaba bien en la semana mi
padre me daba cincuenta centavos para ir a la tele de don Poncho o del señor Paredes
que eras los únicos vecinos que tenían
televisor en la casa vieja del cerro.
El señor Paredes electricista y técnico en sonido tenía
habilitado su negocio en la entrada de la casa. Para entrar al recinto
reservado para ver la tele había que cruzar la parafernalia
de tocadiscos y pik up viejos que atiborraban estantes. Luego estaba el comedor de la familia donde
la señora Paredes, ex profeso, en una
mesita colocaba compoteras de mazamorra
morada o vasitos de gelatina de fresa que costaba otros cincuenta centavos; el tercer
ambiente , al fondo , era la sala reservado para los tele filos, cuarto someramente largo donde resaltaban las
imágenes en blanco y negro de la tele de ese tiempo. Había tres funciones como
un cine cualquiera y el señor Paredes o
su hijo, que luego fue mi compañero de colegio, apagaba en cada intermezzo
para renovar espectadores. Aquél
que quería seguir de largo tenía que
abonar otros cincuenta centavos y las funciones eran en proporción al turno:
matiné para dibujos animados (que se extraía de los únicos tres canales que había en Lima en ese tiempo, Panamericana,
Canal Cuatro y el Siete). Algún otro que quería ver algo diferente en matiné
no podía, y viceversa. Vermuth reservado para juegos-concursos de Pablo de Madalengoitia y Kiko Ledgard
y alguna serie, en el turno de noche exclusivamente para mayores Solía verse en las bancas, sentados, jóvenes de ambos sexos amigando a la ternura del amor … Y en el turno de noche series como El Fugitivo,
, Un Paso al Mas Allá o Dimensión Desconocida que es lo que vino a mi sueño
anoche y reprodujo uno de los capitulo de Un Paso
al Mas allá el que protagonizaba un ventrílocuo que, luego de
laborar con su muñeco en un lujoso hotel
de Las Vegas al volver, exhausto a su departamento, hace un balance negativo de
su vida y reniega de su oficio, dice: ¿Ventrílocuo yo? ¡Carajo! Por la merced
de un muñeco me dan trabajo sino no tendría cómo vivir. Luego toma el títere,
lo zarandea y lo bota al mueble, entonces, el dummies con su sonrisa perenne, su
chaqueta a cuadros, hirsuto cabello y su monóculo
roto habla por su cuenta:
-Si te ha ido mal el día ¡qué culpa tengo yo para que me trates así!
Esta escena en la tele me impresionó sobremanera mi
alma de niño
Cuando volví a casa esa noche, lotes arriba, iba
con un miedo interior que por primera vez me nacía Y no tenía un amigo
en esa noche con quien disiparlo.
Al costado de la casa de Paredes había un callejón
oscuro donde apenas pasaban dos personas rozándose, tenía que cruzarlo para
llegar a una calle transversal voltear a la izquierda un tramo y ahí empezar la escalera ascendente que llegaba directo hasta mi casa en subida. Pero ¡oh sorpresa! Al costado del primer escalón sobre montón de desmonte vi un muñeco
grande sin un brazo y sin una pierna y rápido relacioné con la película que había
visto No quise continuar Revolví mi paso
asustado ahora hacia la transversal derecha, tres cuadras más allá donde había otra escalera ascendente. Llegue asustado
a mi casa.
Para remate la ventana de mi cuarto donde estaba mi cama daba directo al desmonte en el primer escalón donde estaba el muñeco roído y parecía
que me miraba desde abajo Esa noche no pude dormí Cualquier paso o murmullo de la calle me
parecía que el muñeco me llamaba o me buscaba...